CAPÍTULO 26
HACKERS
POR FAVOR,
LEE ESTE CORREO.
________________
![](file:///C:%5CDOCUME%7E1%5CUsuario%5CCONFIG%7E1%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image001.gif)
Para Nina
___________________
Nina, una vez más has tenido la fuerza para hacer lo que yo no he sido
capaz pero, ¿por qué no me preguntas qué
siento yo al respecto? ¿Acaso no tengo el mismo derecho que tú a sincerarme?
Sí, Nina, en todo este tiempo he asimilado demasiado bien que fui un
estúpido al retractarme y echar todo a perder. ¿Recuerdas te dije ignorabas los
motivos por los que le di a Kristen el anillo? Fue por ti. Porque aprendí a la
mala a no dejar escapar lo que amo. No me atreví a decírtelo antes porque sabía
que me merecía todo tu enojo, pero tampoco podía superarte. Al principio no
entendía que pasaba conmigo, creí que eran remordimientos, pero mientras más
tiempo pasaba; y aún con Kristen a mi lado, me topaba con tu recuerdo cada vez
que me hallaba con la guardia baja.
Lamento mucho todo el daño que te he hecho, jamás fue mi intención
lastimarte aún más. Es sólo que te he necesitado en mi vida, de cualquier modo
que fuese posible. Te creí casada tanto tiempo y cuando supe que seguías libre ya
era muy tarde. ¿Sabes?, en mi vanidad te imaginé impoluta, apegada a mí cuando
te supe soltera. No tienes idea lo que me dolió entender que me desechabas con
cada uno de tus “amigos”.
Me pides sea feliz con Kristen y al parecer no recuerdas cuánto odio me
digas lo que tengo que hacer o sentir. En lo que coincido contigo es en que
ella me ama y que también la quiero a ella, pero no puedo obviar más que te
quiero a ti también.
Nina, yo de verdad deseo volver a verte, esto, escribirte, no es
suficiente para todo lo que tengo que decir. Por favor, déjame hablarte. Déjame
encontrarte. O al menos, déjame reunirme contigo en Londres. Dime cuándo
estarás ahí y yo te alcanzaré. ¡Al diablo con Ethan Nina! El no soy yo.
Robert
Era
ya septiembre cuando me animé a escuchar la súplica de su encabezado. Y me
afectó demasiado. En vez de alegrarme, mi vena masoquista sólo podía entender
que él también me había amado pero que ahora estaba con Kristen. ¿Para qué
quería que nos encontráramos? ¿Qué iba a cambiar eso? Seguiríamos siendo de
mundos diferentes siempre. ¿Por qué no me dejaba ir en paz? ¿Qué caso tenía
haberme sincerado con él? Su ruego sólo pedía leyese su mensaje, no que lo
contestara. Estúpido consejo de Aarón…
A
principios de Octubre se publicó en una revista británica una entrevista con
Kristen donde finalmente aceptaba que su novio era inglés y se mostraba molesta
por haber dejado escapar esa idea y verla impresa. A mí me dio igual, yo sabía
la verdad desde hacía mucho. Lo sobresaliente era que la chica por fin dejara
la puerta abierta sobre su vida íntima al público luego de tanto tiempo de
especulación.
Ese
mismo mes me concentré en otro evento. Moka se casaba y, envuelta como estaba
ella en todas las preparaciones de su boda casi no la veía, Yo era la única del
grupo que quedaba soltera y al parecer eso
iría para largo. Al único que quise a mi lado en ese feliz suceso a pesar de
todo fue a Aarón. No me malinterpreten, adoraba la idea de ver tan dichosa a mi
mejor amiga pero a la vez sentía el peso de la soledad más que nunca.
Asistimos
a toda la ceremonia y sonreímos comportándonos a la altura, bailamos y bebimos
y disfrutamos de toda la alegría que rodeaba a mí amiga en su día; y sí, no
pudo faltar la discusión de siempre entre nosotros al ser en realidad tan
amigos y tan distintos. Ya bien entrada
la noche y algo ebrios bailábamos y brincábamos entre risas al ritmo de una
canción que nos encantaba a ambos cuando se nos unió la novia. Moka estaba
radiante y repartía abrazos y besos a diestra y siniestra entre su familia y
amigos mientras bailaba con su flamante esposo también. Era imposible no
contagiarse de su efervescencia y sentirse dichoso. Y por un buen rato, olvidé
todo sentimiento de abandono que me era tan familiar.
No
sé si eso fue lo que le pasó a Aarón también, o que simplemente mi barrera
autodefensiva se hallaba alcoholizada, pero el caso es que me sentí total y
completamente feliz en los brazos de mi amigo.
Estaba
guapísimo esa noche, con un magnífico traje oscuro que marcaba su varonil
espalda y su escurrida cadera bajo el saco. El pelo de textura quebradiza y
usualmente descuidada, se acomodaba perfectamente con la ayuda de algún
producto que debería convertirse en su mejor aliado en mi opinión.
-Aarón,
-dije mientras bailaba una lánguida canción americana en sus brazos- te ves muy
guapo hoy. Lástima que todas mis amigas ya están casadas… -reí bobamente ante
mi comentario mientras él me miraba curioso- Te juro que te considero un buen
partido, alguien que sí le presentaría a una amiga.
Él
soltó una risa traviesa y se enderezó alegremente en mi abrazo.
-¡Sí
que lo soy! Y además canto y bailo muy bien.
Me
reí torpemente de su broma.
-Te
faltó decir que eres muy inteligente y que sabes hablar de casi cualquier tema.
-Y…
-entrecerró los ojos riendo como niño- Además… ¡Ja! Beso excelentemente bien.
Guiñé
los ojos tratando de imaginarlo y me reí tanto que el cuerpo se me convulsionó.
-¿Qué?
¿No me crees?
-No
es eso… Es que…-reí aún más-, ya te encontré un enorme defecto. No eres nada
modesto.
Él
se encogió mientras posaba nuestras manos unidas sobre su corazón; fingiendo
estar herido de gravedad.
-¡Auch!,
pero como eres mi amiga, no se lo vas a decir a nadie, ¿verdad?
Lo
miré alegremente.
-Prometido.
De
repente la canción llegó a su clímax a través de un solo de guitarra y ambos
aullamos emocionados. ¡Qué feliz estaba yo!
Mucho
muy después de la media noche y ya con pocos invitados presentes nos despedimos
de los novios efusivamente. Les deseamos buen viaje y toda la felicidad del
mundo de corazón y salimos del salón; Aarón era mi escolta y quien me llevaría
a casa también. Ya en el auto y con la música encendida me propuso ir a
seguirla a algún club. Me reí mucho de la imagen mental de nosotros dos
arribando al sitio, vestidos tan formales, y me entraron aún más ganas de aceptar.
El
sitio de moda fue nuestra meta y aunque logramos entrar, nuestra fiesta se
terminó sólo una hora después, cuando era tiempo de cerrar. Resignados y bastante
ebrios dimos por terminada la noche y enfilamos hacia mi casa.
Sí,
no es sorpresa lo que pasó después; lo que sí me asombró fue mi reacción
posterior.
Aarón
me acompañó hasta mi puerta, y ahí le agradecí por la magnífica noche que había
pasado, aún feliz y dichosa, completa. Él sonreía satisfecho y evidentemente
concordante conmigo.
-Nina,
no blofeaba hace rato.
-¿Respecto
a qué?
-A
que beso muy bien.
-No
seas cabrón Aarón… -reí coqueta-.
-Sí
lo soy Nina, pero procuro portarme decente contigo casi siempre. –Se rió sin
vergüenza y acercándose a mí-. Anda… Anímate, te aseguro que sólo puede mejorar
la noche aún más.
Lo
miré con dulzura, lo quería mucho en ese momento y tuve ganas de complacerlo.
Me acerqué a él con la confianza de conocerlo de tanto tiempo y algo emocionada
también. Él entendió a mi cuerpo y se adueñó de él con sus labios. Empezó con
cuidado para poco a poco abrirse paso con su cálida lengua al interior de mi
boca y derretirme por completo. Me sentí desconectada de todo y dichosa entre sus
brazos. El cariño que le tenía diferenciaba enormemente aquella unión del sexo
casual al que me había acostumbrado y fue agradable, como si por fin estuviera
a salvo del dolor.
Cuando
nos separamos, Aarón estaba evidentemente más agitado que yo. Sus ojos negros
brillaban en la turbiedad del alcohol corriendo en su sangre. Yo en cambio, me
sentía en paz.
-Buenas
noches Aarón.
-¿Nina?
Me
mordí los labios al sentirlo tan cerca de mí, dispuesto a hacerme feliz si yo
lo permitía.
-Tienes
razón… Besas muy bien.
Él
sonrió torcidamente y ahí me quedé seca. Esa mueca me era demasiado familiar
para no notarla.
-¿Nina?
¿Qué pasa? ¿Te molestaste?
-No,
Aarón, ¡no! Es sólo que… -mi frente se arrugó preocupada-.
-Hum…
-arqueó la ceja decepcionado- Sigues sin estar lista…
Se
alejó un paso de mí y elevó el rostro separándolo de mí.
-¡Maldito
tipo! –Soltó con desdén-
-No
digas eso Aarón, no vayas por ahí… Ha sido una noche perfecta, lamento
habértela echado a perder.
-No
Nina... Es que me diste la impresión equivocada, ahora me siento como un tonto.
-Aarón.
Por favor, ya basta, estás malinterpretando las cosas.
Me
miró sin comprender.
-Te
quiero mucho Aarón, me sentí feliz hoy contigo, pero no quiero confundirte ni
arruinar nuestra amistad. He sido muy hueca por mucho tiempo y tú no mereces te
trate como a uno más de mis “amigos”.
-Ya
Nina, déjalo, no se puede arreglar y fue mi culpa. Mejor me voy, trabajamos
juntos y no quiero hacer de ello un infierno por un beso. Voy a pasar de ti
Nina, por mi propio bien.
-Como
quieras Aarón, y tienes razón, somos compañeros y amigos y fue sólo un beso.
Gracias por la noche, te veo el lunes en la oficina.
-Sí
Nina… Hasta el lunes.
¡Qué
mal me sentí por él! Era una lástima que el recuerdo de Robert me hubiese
asaltado tan inoportunamente. Deseé poder enamorarme de alguien como Aarón.
Noviembre
llegó y por fin las cosas iban lentas en la oficina. Nunca más hablamos del
beso y fingimos que todo era como antes, aunque sí, la verdad; Aarón estaba un
poco diferente en su trato conmigo hasta antes de aquello. Lamenté no poder
enamorarme de él, porque quererlo, sí que lo hacía.
La
fecha de mis dos semanas de vacaciones empezaba en noviembre 20, unos pocos
días después del estreno de Breaking Dawn Parte 1, y muy temprano. Llegaría de madrugada a Londres y ya en lunes por la
diferencia de horas. Ethan no podría recogerme en el aeropuerto al ser semana
laboral y no me preocupé. Tendría que tomar un taxi a mi hotel, que aunque
excesivamente caro, sería de los pocos que utilizara en mi estadía.
En
mi último fin de semana en casa me negué a ir a ver la película con mis amigas ésta
vez, no tenía interés alguno en verlo casarse con Kristen en pantalla gigante. Eso
sería demasiado masoquista, ¡aún para mí! Lo que sí hice en privado fue mirar
las fotos de las premieres en Londres y en España. ¡Ugh! Kris había roto su
costumbre y se había puesto unos hermosos vestidos de gala que la enmarcaban
preciosamente; parecía más mujer, más glamorosa y se apretaba a su Rob con
orgullo y sin recato ya ante las cámaras. ¡Se veían tan felices y lindos
juntos! ¡Qué inconcebible! Sólo un par de meses antes, él me rogaba nos
reuniéramos porque no podía olvidarme… ¡Pedazo de idiota!
Mi
viaje fue agotador y cuando me hallé en
mi cuarto luego de tantas horas, me limité a lo mínimo para poder recuperar el
sueño atrasado. Desperté con hambre ya pasada la hora del almuerzo y luego de
una ducha en la incómoda regadera prefabricada y encaminarme en busca de
alimento me senté con mi i-Pad a revisar el correo buscando saber de mi amigo
Inglés; el cuál se reportó listo para vernos pasando la hora de la cena y
permitirme adaptarme un poco más al nuevo horario. Supuse querría pasara la
noche con él y no se me antojó tan pronto. Habría que ver qué excusa usaba yo
para evadirlo.
Me
encaminé de vuelta al hotel luego de dar un recorrido por las calles de Londres
para estirar las piernas, y mientras lo hacía, decidí comunicarme con Ethan
para cambiarle la cita hasta la mañana siguiente. Valía más la pena dormir de
nuevo y estar bien despejada para lo que fuese.
El
martes compré la lista de eventos del “Time
Out” y me quedé de ver en la entrada de mi hotel con Ethan a la hora del
almuerzo. Mi galante amigo estaba tan atractivo como siempre cuando lo vi por
primera vez luego de tanto tiempo. El cabello negro ligeramente distinto pero
igual de hermoso.
Su
recepción fue más afrancesada que inglesa, pues me elevó en sus brazos en plena
calle y me plantó sendos besos que me hicieron ruborizar de emoción.
-Nina,
¡qué linda estás! El video chat no te hacía justicia. ¡Pero qué mal vives lejos
de mí! Estas mucho más delgada que cuando te dejé de ver.
Me
reí feliz, de verdad me daba gusto volver a ver a Ethan.
-Y
tú estás igual de encantador que siempre.
Él
soltó una de sus sonrisas deslumbrantes.
-Y
mi té sigue siendo muy bueno también.
Vaya
que si me reí ante la alusión
-Ya
habrá tiempo para ello, ahora quiero saber de ti y pasear por la ciudad
mientras el clima y el sol nos lo permitan.
Nos
encaminamos rumbo al tubo, bueno, la estación del subterráneo para irnos de
paseo. En mi bolso llevaba lo necesario para pasar la noche con él si es que
las circunstancias se daban. No es que estuviera ansiosa por acostarme con él,
pero prefería estar preparada.
El
sol se ocultó mucho más temprano de lo esperado gracias al mal clima y Ethan
optó por invitarme a su departamento para secarnos y cenar algo.
-¿Estás
segura que no prefieres dejar tu hotel y quedarte aquí, conmigo? No tengo
problema alguno, además, te ahorrarías mucho dinero.
-No
Ethan, te lo agradezco de nuevo, pero no quiero molestarte.
-Anda,
que no es molestia. Además, te prometo que no estoy pidiéndote otra cosa, eso
es asunto tuyo por muy encantado que esté de pensar me dijeras que sí. –Se rió
pícaro y yo lo imité-.
-Gracias
de nuevo Ethan.
-¿Segura
no te quedas hoy? El clima no va a cambiar hasta mañana y te vas a empapar de
regreso.
Miré
por la ventana. Tenía razón. Los aguaceros de noviembre eran famosos y yo no
tenía ganas de correr bajo la lluvia helada.
-Anda,
¿te preparo el sillón? ¿O prefieres la cama, conmigo?
-Aún
estoy desorientada Ethan, y cansada de verdad.
-¿Y
si te prometo portarme bien, te quedas conmigo?
-No
creo que puedas.
-¡Eh!
A que sí. Bien sabes que no soy un patán. –su sonrisa era limpia, auténtica y
confié en él-.
Mi
Ethan fue fabuloso como siempre, no me presionó y dormí calientita a su lado.
Cuando me levanté me topé con una nota suya que me invitaba a quedarme todo lo
que quisiera y me sintiera en casa, esperando verme más tarde. ¡Después de
todo, sí que había dejado un excelente amigo en Londres! Desayuné cereal que me
encontré en su alacena y le dejé una contestación diciéndole tenía que volver
al hotel a revisar unas cosas. Me preocupaba un poco aceptar su ofrecimiento
porque, a pesar de haber sido tan respetuoso la noche anterior, temí sentirme
presionada a más si habitaba bajo el mismo techo.
Regresé
al hotel meditando aún si valía la pena ahorrarme el dinero del hospedaje,
Ethan era muy bueno en la cama, pero no era mi plan comprometerme de ese modo
con él. La mañana estaba mejor que el día anterior, pero aún húmeda así que me
metí en la ducha y mientras me arreglaba noté unos papelitos en el piso, cerca
de la puerta:
*** El Sr. Thomas P.
vino a buscarla éste martes a las 17:45. Dice vendrá de nuevo mañana miércoles antes
del almuerzo. ***
*** El Sr. Thomas P.
llamó sin encontrarla a las 20 horas. ***
*** El Sr. Thomas P.
llamó sin encontrarla a las 22 horas. ***
Sostuve
las hojas con demasiada firmeza. ¿Qué? ¡¿Qué?! ¿Cómo? ¡Eso no era posible! ¡No
podía ser él! ¡No! ¿Cómo sabía que estaba yo hospedada en ése lugar? ¿Cómo me
había encontrado? ¿En verdad era él?
Llamé
a recepción para indagar más al respecto, pero no supieron decirme nada nuevo.
Me quedé sentada en la cama en mi ropa interior muy quieta luego de colgar. No
sabía qué pensar. ¿Acaso me había investigado o me había perdido de algo?
¿Algún correo que no abrí?
Encendí
mi i-Pad y me puse a escanear buscando algo suyo. Nada. Lo único que había
nuevo era un mensaje de Aarón marcado como
imperioso.
URGENTE
________________
![](file:///C:%5CDOCUME%7E1%5CUsuario%5CCONFIG%7E1%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image001.gif)
Para Nina
___________________
Nina,
primero que nada espero hayas llegado con bien a Londres y segundo, ojalá me
perdones por lo que hice.
No me
creas un santo o un demonio por mis acciones, porque las hago pensando no sólo
en ti, sino en mí. Nunca hablamos de aquél beso pero debimos hacerlo, y ya que
a ti se te da lo de los correos, pensé sería un buen modo de comunicarme
contigo.
Yo te
sentí muy bien en mis brazos esa noche, como si ese fuese tu lugar y me
decepcionó mucho darme cuenta de que sigues pensando en ese tipo, por eso, hice
lo que hice…
No te
enojes demasiado, pero me metí en tu correo (tienes que cambiar la contraseña
porque es demasiado fácil); y escaneé entre tus mensajes hasta hallar el que me
interesaba. Tu Robert fue muy bueno con
las palabras y yo tomé la decisión por ti.
Le envié
todos los datos de tu viaje a mí nombre, aclarando mis acciones con él. Si de
verdad le interesas cumplirá su palabra de buscarte; sino, por fin tendrás tu
respuesta y espero, una clausura. No te preocupes, no le dije nada que tu no
hayas dicho antes, bueno sólo agregué el hecho de que te quisiera ver sana y
libre porque me interesas. Te dije que soy un comodino y me gusta ganar. Esta
es mi apuesta Nina.
Regresa
con bien. Te veo en dos semanas.
Aarón
Temblaba
al terminar de leerlo. Estaba impactada. ¡Aarón! ¿¡Cómo pudiste hacerme esto!?
¡Dios mío! ¿Qué iba a pasar ahora? ¡Uf! Quizá tendría que ir a esconderme con
Ethan por el resto de mi estadía. ¿Pero cómo se había aparecido ahí si estaba
en plena promoción del film? De repente le monté el freno a mi mente en seco.
Estaba hecho, el muy cabrón de Aarón me había arrinconado y estaba frente a una
oportunidad decisiva. ¿Acaso no estaba ahí en busca de cambios? Aarón me quería
mucho, pero me las iba a pagar cuando regresara. Apenas si tenía tiempo para
prepararme para tenerlo frente a mí luego de tanto tiempo.
Rebusqué
en mi equipaje varias veces sintiéndome completamente insegura sobre cada
elección de vestuario que hacía. ¿Vestido sexy? ¿Ropa formal para verme madura?
¿Jeans y zapatillas como la chica de antes? ¡Malditos nervios! ¿Y el clima, qué
tal si lo que escogía era totalmente inadecuado? Finalmente opté por unos
entallados jeans oscuros, una fina y sexy camiseta negra y un saco de excelente
corte al cuerpo, acompañado de unas botas marrón de calce alto tipo equitación.
Cualquier clima era adaptable a mi vestuario y además era una mezcla de todas
mis opciones que dejaba ver lo bien formada que estaba ahora. ¡Maldición! Mi
pelo era rubio, ojalá pudiera hacer algo al respecto, pero no… No había nada.
Estaba
ansiosa a más no poder. ¿Qué iba a decir? ¿Qué esperaba él de este encuentro?
¿Y yo? Mi celular sonó con un mensaje
mientras me revisaba el cabello por enésima ocasión. Era Ethan.
-¡Hola preciosa!
-Hola, Ethan, gracias
por anoche y por el desayuno.
-Mi casa es tu casa.
¿Qué, te vienes conmigo?
-Ahora no puedo, creo
que tengo una entrevista dentro de poco.
-¿Entrevista? ¿Trabajo?
-No, es un mensaje que
me dejaron en el hotel. No sé si esa persona llegue.
-¿Ocupas ayuda?
-¡Oh! No lo creo, pero
gracias.
-Hum… ¿Y crees que te
desocupes pronto?
Pestañé
sorprendida.
-No lo sé.
-Ok, te veo hoy al rato,
¿no?
-Sí, claro
Eso
me aseguraba tener un pretexto para deshacerme de Robert si todo era terrible y
no estar sola si me sentía triste.
-Perfecto. Besos,
preciosa. Te busco más tarde entonces.
-De acuerdo.
Cuando
dejé el celular, me tumbé sobre la cama, demasiado nerviosa. Estaba totalmente
bloqueada, sabía que iba a verlo por fin, pero de verdad mi mente se había
quedado en blanco.
Apenas
poco después de la una recibí una llamada de recepción para avisarme que el
señor Thomas quería saber si podía subir a mi cuarto. Mascullé un “sí” y
colgué. Me enderecé en el borde con las manos plantadas sobre mis muslos y esperé.
El toque en la puerta tardó menos de dos minutos.
Me
puse de pie con calma, me ajusté el saco y pasé la mano por el pelo intentando
amoldarlo un poco. Finalmente, me acerqué a la entrada y tomando el pomo con
firmeza, abrí la puerta.
Ahí
estaba él, con una expresión ansiosa en su rostro de ligera barba y gorra de
baseball azul.
Ambos
nos miramos en silencio con demasiada expectación. Observando todo en milésimas
de segundo.
Estaba
un poco subido de peso en comparación a la última vez que nos habíamos visto y
le noté algunas arrugas prematuras alrededor de los ojos además de marcadas
ojeras. Vestía muy informal, como para pasar desapercibido. Unos jeans marino,
unos tenis converse al juego y una camiseta negra con una leyenda descarada. Aún
así, con el desgarbo que le caracterizaba, estaba muy guapo.
-Hola,
Nina…- Sus ojos brillaban alegres y su voz estaba entrecortada de emoción. Me
impacté al oírlo, sonaba mucho más impresionante en persona de lo que
recordaba. Él miró hacia el interior de mi pieza con precaución, pero sin
perder el ánimo.- ¿Puedo…? -El aire se le acabó ahí.-
Acepté
con la cabeza y me hice a un lado para dejarlo entrar. Al pasar a mi lado me
miró de reojo y sus ojos verdes me bloquearon por completo-.
Me
recargué un poco en la puerta al cerrarla tras de mí, ligeramente temblorosa. No
sólo mi mente estaba en blanco; mi cuerpo, de momento, sólo reaccionaba en
respuesta a su presencia.
Luego
de entrar, se plantó frente a mí a una distancia un poco más grande de lo
normal. Le sostuve la mirada en silencio, sintiendo cada inspiración mover mi
pecho. Pienso que todo mi rostro debió haber reflejado la ansiedad que me
controlaba, porque él se movió muy despacio cuando finalmente lo hizo. Un
esbozo de sonrisa apareció en sus labios y el brillo en su mirada aumentó con
ella, pero el gesto fue reprimido por otro de incertidumbre mientras metía las
manos en los bolsillos traseros de su pantalón. Yo seguía sin hablar y él tuvo
que hacerlo primero de nuevo.
-Nina…
¡Hola! ¡Por fin…!
Me
mordí los labios, nerviosa mientras asentía con la cabeza y finalmente
respondí.
-Hola,
Robert.
Noté
como el pestañaba, como si el sonido de mi voz lo afectase también.
-Hola…
Yo… Hum… -su mirada se clavó en el piso un momento cuando siguió hablando con
un poco de risa nerviosa-. Creí que tendría algo listo luego de tanto tiempo de
esperar esto, pero… -se removió el pelo mientras me miró abochornado- La verdad
es, que, tengo trabada la mente.
Asentí
en acuerdo soltando una ligera exclamación, y por fin liberé la manija de la
puerta. Entonces noté como me miró con más calma asimilando mi aspecto.
-Estás…
Muy delgada.
Lo
miré retadora instintivamente. Él estaba acostumbrado a bellezas de bisturí en
su trabajo, pero yo ahora me sentía muy segura de mi aspecto. Me encogí de
hombros mientras hacía un mohín con los labios, estaba empezando a recuperar mi
respiración. Quizá pronto podría recobrar mi voz también sin que él se diera
cuenta que no callaba a propósito.
-Nina…
Yo… Quizá debería empezar de nuevo. –Me miró esperando mi aprobación y habló
lleno de entusiasmo.- Creo que primero debo agradecerte por recibirme, aprecio
mucho esto, de verdad.
Bufé
un poco y el habla me regresó junto con esa exhalación.
-¿Pasa
algo?
-No…
Es sólo que… La verdad, Robert… Yo no sabía que vendrías hasta hace una hora.
-¿Cómo?
Le
vi pasar de la ilusión a la incomprensión en un respingo, tragando saliva
ruidosamente. Su lenguaje corporal cambió completamente ante la implicación de
mis palabras. Su expresión se volvió atónita y ambas manos se le fueron al pelo
revolviéndoselo varias veces mientras exhalaba aire. Me sentí en la necesidad
de ampliar mi explicación.
-Yo…
No entendía cómo habías dado conmigo cuando vi los mensajes que me dejaste en
recepción. Eso fue lo que me llevó a encontrar un email de Aarón explicándome
sus acciones.
Ambos
nos miramos consternados.
-¿De
verdad...? ¿Tú, no sabías nada?
-No.
-¡Oh!
Entonces… ¿Te encontré por suerte…? No me esperabas… -Eso último una
afirmación-.
-No…
Sí pensé en marcharme, pero opté por quedarme –sus ojos dejaron de saltar de
aquí a allá para engancharse en los míos justo en esa frase.- Aunque la verdad…
No sé a qué has venido.
-¡Nina!
¿En serio?
-Sí,
yo… ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en plena promoción de tu película?
-Nina,
¿no leíste mi mensaje? Te dije que yo te alcanzaría como fuera. Le pedí a mi
manager, Nick, bloqueara estos días de todo para poder verte.
Mi
expresión fue de total incredulidad. ¿Cómo era que esto estuviera sucediendo?
-Aún
así… No entiendo. ¿A qué has venido? Te pedí que me dejaras en paz, que no
volvieras a buscarme.
-¡Nina!
Retrocedió
un poco acosado por mis palabras, que aunque dichas sin enojo, eran igual de
duras.
-Nina,
¿acaso no cuenta para nada todo lo que he hecho durante estos años? ¿Todas las
veces que me disculpé? ¿Tanto así me odias?
-¿Odiarte?
–Lo miré considerando la pregunta honestamente.- No, no te odio. Lo hice por un
buen tiempo, pero ya no.
Sus
ojos me miraron incrédulos ante mi sinceridad. Retrocedió aún más hasta
encontrarse junto al silloncito de cortesía en el cuarto, donde se sentó en
silencio. Yo me moví a la par en dirección opuesta, como magnetos repeliéndose,
hasta sentarme en el borde de la cama.
-Nina,
supongo que no me servirá de nada volverte a decir que lamento mucho haberte
lastimado de ese modo, pero es verdad. Ojalá pudiera cambiar el pasado, pero yo
también he aceptado que eso es imposible. Por eso estoy aquí, porque sólo
cuenta lo que hago hoy.
Mi
mirada era fría, analítica, y no podía controlarla. Estábamos por fin juntos, y
todo lo que podía hacer era comportarme como una roca. Creo que fue porque el
reencuentro era demasiado irreal; como si solamente se tratara de otra
alucinación mía donde podía azotarlo con mis palabras sin mayor consecuencia. Porque
eventualmente despertaría y él, otra vez, jamás habría estado a mi lado de
nuevo.
-Aún
así, aunque puedas tener razón, ¿a qué has venido? Ya te escribí que no hace
falta te recrimines más. Lo que me haya dejado esos días es asunto mío. Estar
aquí, en Londres, es sólo una más de las cosas buenas que me llegaron como
consecuencia de aquel verano Robert.
-Nina…
-me miró con esos ojos verdes que me calaban los huesos- ¿Y por qué Londres?
-Porque
es la primera ciudad que visité a causa de mi trabajo. Porque está llena de
buenos recuerdos.
-¿Y
por Ethan? –Lo miré sorprendida, incómoda, lo último que había dicho yo en mi
correo era algo muy revelador sobre la razón de mi conexión con Ethan-. ¿Estuviste con él anoche?
No llegaste a dormir, lo sé.
¡¿Celos?!
¿Sería posible que aún intentara celarme?
-Sí,
me quedé con el ayer. De hecho, vendrá por mí más tarde.
-Nina,
¿qué tontería estás haciendo? Según tu, él es un remplazo mío. Yo estoy aquí,
ahora.
-¿Y
qué quieres Robert? ¿Qué buscas aquí? ¿Sexo? ¿Qué nos demos un buen revolcón
como entonces? -Su mandíbula se tensó ante mi vulgaridad, casi podía oírle
rechinar los dientes.- Lo siento, pero desde ti tengo una regla, no más hombres
con relaciones previas. Son demasiado complicados y yo soy libre. ¿O acaso eso
cambió? ¿Terminaste con Kristen?
Me
miró rabioso, tratando de contenerse.
-Bien
sabes que no.
-¿Entonces?
¿Qué? No me digas… ¡Ya recuerdo! Nos quieres a las dos. ¡Vete al cuerno! –Me
incorporé molesta de la cama y me encaminé a la puerta- No tengo tiempo para ti
Robert, así que vuélvete por donde viniste por favor.
Él
no se levantó del sillón, en cambio, aferró las manos sobre los descansos muy
irritado.
-¡Mujer!
¡¿Por qué todo es siempre tan complicado contigo?! ¡Me podré merecer tu enojo
pero ya basta!
-¿Basta
de qué? ¿Quieres que todo se simplifique? No se puede, tú eres el que lo hace
todo difícil. Eres un niño que no sabe lo que quiere y prefieres culparme a mí
por tu inseguridad.
-Eso
no es cierto Nina. No te culpo de nada, ni si quera por haberte dedicado a
acostarte con cuanto tipo te pasara por enfrente.
-¡Por
supuesto que no tienes por qué opinar nada al respecto! ¡No soy tu novia!
¡Nunca fui tu novia! Así que no te permito una palabra al respecto.
Respingó
violentamente ante mi ataque, ¡por fin había podido usar sus propias palabras
en su contra! ¡Qué bien se había sentido eso!
-¡Nina!
¡Yo…! Yo sólo dije eso entonces porque intentaba me dejaras, no quería hacerte
tanto daño.
-Lo
hiciste muy bien, me alejé de ti. El que no pudo mantenerse en su decisión
fuiste tú. ¿Por qué no me dejas en paz?
-Porque
me di cuenta desde un principio lo mal que se sentía todo. Que no quería que te
fueras así, tan decepcionada de mí. Decirte todo eso fue muy difícil, nada de
ello era verdad, fue una gran mentira pensando que hacía lo correcto por ti; para
ti…
-No…
Te equivocas, todo era verdad; nada ha cambiado desde entonces. Tú y yo somos
muy diferentes, ninguno podría tener cabida en la vida del otro; sólo que tú no
lo entiendes Robert.
-No,
la que no lo ve eres tú. Si fuese tan imposible, no estaría yo aquí, no me
hubieras contestado nunca. Tú también sientes algo por mí y no lo quieres
aceptar.
-¡Ya
Robert! ¡Déjame en paz! Estas quedando muy mal. Yo no vine a Londres por ti, lo
hice por mí; no deseaba verte. Aarón me la va a pagar cuando lo vea.
-¿¡Qué
es ese tal Aarón de ti!? Le debo una, salga este encuentro como salga.
-Un
amigo.
-¿Otro
de tus “amigos”? ¿Eh?
-No,
con él no me he acostado. A él lo quiero de verdad.
-No
te entiendo de nada. ¿Lo amas?
Esa
fue una excelente pregunta. Una excelente defensa, un arma perfecta… Que no
usé.
-Él
me ama a mí.
-¿Y
te lanzó a mi lado?
-¡Qué
presumido eres Robert! Pero sí, me dejó en libertad; me ama tanto que me
entiende y sabe que soy así, libre. Ojalá siga ahí cuando me canse de tanto
volar, porque sí que lo quiero.
-¿Y
Ethan? ¿Sabe de Ethan también? ¡Qué gran amor te tiene! –dijo sarcástico-
-Por
supuesto. Pero yo no le voy a imponer me acepte así. Él me lo ha dicho, me
quiere toda para él, ser el último y el único hombre en mi vida. Yo no estoy
lista para eso.
-¡Pues
bien que la has hecho! Tienes tu fila de pretendientes para escoger.
-Viniste
a eso, ¿no? A saber sobre mí, a oírlo de mi propia boca. Pues esto soy yo
ahora.
-Una
rubia tonta…
Sentí
ganas de soltar una carcajada y lo hice, ¡que insulsa agresión!
-Soy
castaña natural, ¿lo recuerdas? Somos más inteligentes. Kris sí es rubia
¿verdad? Sólo que se tiñe de oscuro…
-¡Déjala
fuera de esto!
-Pero
si la traes contigo a todos lados. Es prácticamente tu mujer.
-¡Nina!
Se
levantó con rabia del sillón y se dirigió hacia mí con grandes zancadas. Me
asustó su expresión. En un momento estaba ya sobre mí, tomándome con fuerza por
los costados. Empecé a temblar sin control bajo su contacto. Todo mi temple abandonándome.
-¡Basta
de herirme! ¡Basta de arruinar esto!
-“Esto”,
no es nada. Son ilusiones tuyas. ¡Déjame!
-¡No
es cierto! Eres Nina, mi Nina aún,
debajo de todas esas palabras, estás ahí. ¡Lo sé!
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-lolhP84mky282folwEMflPDAxTpV5GnHtfqbn_IwpI6VLormsspFAYtFMO-Qt-UMXQJZxnFI-bTZOh42FGlIlA9UlZBUocOUFamA-9dso00XVreLLU-w3iCFt5KpSlQXOM4GVAoew34/s320/Kiss+Rob+Nin+-+London+hotel.jpg)
Mi
boca se abrió, pero no para recibirlo, sino para soltar un alarido doloroso.
Las lágrimas rodaban por mi rostro copiosamente. Me puse casi histérica al
oírme gemir así de herida. Mi mano se lanzó contra su mejilla con fuerza
mientras hacía enormes esfuerzos por respirar con todos mis pulmones, casi
convulsionándome. Entonces, logré gritar:
-¡No!
¡NO!
Él
retrocedió asustado. No sólo por el golpe, sino por mi descomunal reacción. Su
mano aún reposaba sobre su mejilla enrojecida mirándome pasmado cuando volví a
gritarle aún doblada por la fuerza del dolor que mi alma sentía.
-¡Lárgate!
¡Lárgate de aquí!
-¡Nina!
¡Yo…! ¡Nina! ¡Perdón!
Lo
miré herida, cubierta de lágrimas, pálida por el esfuerzo de sostenerme.
-¡Lárgate!
¿Qué no entiendes? ¡No quiero quererte de nuevo! ¡Lárgate!
Él
no se movió, atónito aún. Entonces fui yo la que me giré hacia la puerta y con un brusco movimiento arranqué mi bolso
que colgaba de la perilla y me lancé hacia el pasillo a toda velocidad
intentando dar un portazo tras de mí y ganar distancia con ello.
Supe
de inmediato a pesar de la ceguera que me causaban las lágrimas, que me seguía
de cerca. Su voz me perseguía a gritos también.
-¡Nina!
¡Detente! ¡Regresa! ¡¿A dónde vas?! ¡Cálmate! ¡Vuelve acá!
No
paré. Bajé por las escaleras para no esperar el elevador con él pisándome los
talones. Sabía que estaría a salvo de él apenas llegara al lobby, no podía
arriesgarse a ser reconocido bajo semejantes circunstancias.
Pasé
volando por la puerta del edificio con él detrás; sí, su marcha se contuvo un
poco al llegar a la calle, pero sólo por un momento. Al parecer dejó de
importarle estar tan expuesto y me siguió aún.
-¡Nina!
¡Por favor, no corras!
No
le hice caso y me moví con velocidad hacia la estación del subterráneo, mis
lágrimas se secaban con el aire y la concentración de la huida.
Me
alcanzó en los billetes, pero estaba segura con toda esa gente a nuestro
alrededor. Alguien pronto lo identificaría y tendría que marcharse.
-¡Nina!
¿A dónde vas?
-¡Con
Ethan! ¡A su casa! Donde debí haberme quedado.
-¡No!
–casi gritó, enojado; sus ojos escanearon alrededor, consciente del peligro de
ser descubierto.- ¡No!
Me
solté de su agarre de nuevo y me encaminé al acceso con él detrás de mí, pero
cada vez más cauto y nervioso.
-Nina,
por favor… Vuelve conmigo, no te vayas.
Yo… Te quiero.
Su
voz fue casi un susurro y lo miré sin dar tregua. El carro ya se acercaba y la
gente empezó a arremolinarse a nuestro alrededor al haber terminado la hora del
almuerzo. Lo asustado de mi rostro era demasiado llamativo para ignorarlo y
algunos ya nos miraban curiosos. Robert empezó a perder valor al notarlo.
-Nina…
-dijo muy bajo a modo de súplica y aunque lo noté, le ignoré de nuevo-
Cuando
las puertas se abrieron salté al interior aún mirando por encima de mi hombro.
Él se quedó en la plancha, incrédulo ante mis acciones. Me aferré a una correa
y lo observé a través de la ventana. El primer tirón del arranque me sacudió un
poco, pero casi no lo sentí. Ambos nos quedamos mirando hasta desaparecer de la
vista el uno del otro con el avance del Tubo.
¿¡Qué
locura había hecho!? Volver a su lado no era una opción si sólo iba a terminar
mal y no creía pudiera ser de otro modo.
--------------------
¡Ay! ¡Dios! No saben cuántos días estuve bloqueada ante la presión del
reencuentro de Robert y Nin. Tanto sentir sólo podía explotar de un modo o de
otro.
¿Acaso alguna pensó que Nina iba a caer tan fácilmente? Algún día iba a
ser el turno de Robert de pagar.
Cariños: Sissy
No hay comentarios.:
Publicar un comentario