CAPITULO 17
SÍGUEME
LUDOVICO EINAUDI
Elise
comenzó a mejorar insólitamente esa misma noche. Para el amanecer, ella misma
abrió los ojos descubriendo a Edward postrado en una silla mirándola
atentamente y muy serio. -¡Oh, no! Estaba enojado aún.-
-No
te muevas mucho Elise, estas muy lastimada. –Dijo él cuando ésta intentó
acomodarse en la camilla soltando un quejido con ello.-
-¡Dios! ¿Qué sucedió? ¿Qué tan grave es Edward?
Él
frunció los labios y exhaló.
-Bastante.
Aún no puedes cantar victoria.
-¿Cuánto
tiempo llevo aquí?
-Casi
dos días Elise.
-¡¿Cómo?!
-Te
dije que no te movieras. –Le increpó cuando ella había respingado físicamente en
respuesta a la impresión.-
-¡Au!
Me duele todo.
-Estate
quieta. Voy a avisar que despertaste por fin.
Cuando
él se levantaba, no pudo aguantarse más. Le lastimaba sentirlo tan seco con
ella.
-Edward,
no estés enfadado conmigo por favor.
Él
se detuvo y volvió a mirarla de un modo indescifrable.
-¿Eso
es lo que piensas?
-¿Entonces,
qué sucede?
-Lo
hablaremos luego. De momento, tus médicos deben verte. Si todo funciona, podrás
solicitar pronto la alta voluntaria y yo cuidaré de ti, en casa.
Él
la abandonó cerrando tras de sí la cortina de nuevo. El falso sentido de
privacidad se evaporó cuando ella se puso a asimilar la situación donde se encontraba.
Las voces en tailandés sonaban de aquí a allá mezcladas con quejidos y los
clásicos ruidos de hospital. Luego, se
puso a inspeccionarse a sí misma con curiosidad. La debilidad y el agotamiento
seguían presentes, pero ahora se les aunaba el dolor físico y quería saber qué
tanto daño se había hecho.
Lo
obvio, el collarín en el cuello, lo había sentido antes de abrir siquiera los
ojos. Las puntas en su nariz que le aportaban oxígeno le molestaban pero optó
por no quitárselas, estaba consciente de que su respiración era recortada y
sentía un silbido a cada inspiración que daba. Después vino el yeso desde su
mano hasta mediados de su antebrazo y el cabestrillo que inmovilizaba la parte
superior sobre el hombro. Así como el elevado, impresionantemente hinchado y
amoratado tobillo. Los severos raspones y quemaduras por fricción en sus
extremidades evidenciaban lo poco que le había protegido la delgada ropa que
había estado vistiendo durante el accidente. Y aún no se había visto la cara,
pero sabía que sus labios estaban rotos y las mejillas se sentían extrañas.
Suspiró
cansada. Odiaba los hospitales, había huido a Tailandia para no verse encerrada
en uno allá, en casa y había terminado justamente así, al otro lado del mundo.
Se alegró mucho al recordar las palabras de Edward, alta voluntaria; eso quería decir que a pesar de lo mal que todo se
veía no estaba tan terrible.
Unos
minutos después, Edward volvió acompañado de un hombre joven y bajo vestido con
bata. El médico la miraba con incredulidad. Era evidente que le sorprendía verla
consciente y eso la alarmó. ¿Qué tan serio había sido todo en realidad?
En un inglés bastante aceptable, el médico saludó a Elise y
procedió a revisarla. Cualquier movimiento de causaba dolor, pero al parecer,
el verla capaz de realizar las acciones solicitadas fue bueno porque se notó
aliviado. Aún así, procedió a explicarle a Elise su situación, bajo un contexto
muy similar a como lo había hecho con Edward.
Ella
perdió el habla, congelada de impresión y pánico al enterarse de lo avanzado de
su estado y de las transfusiones. La expectativa que le estaban planteando era
muy deprimente. Al parecer el fin estaba encima y sólo estaban señalándole
volver a casa para ello.
Sus
ojos se giraron hacia el vampiro, desmesurados, en busca de algo. Pero se
toparon con un muro. ¡Por Dios! El llanto empezó a brotar con un congojo que le
hería el cuerpo con cada sacudida. Tanto el médico como Edward le pidieron
calmarse, pero eso parecía imposible. Elise temía como cualquiera a la muerte.
Una cosa era saber que llegaría eventualmente y otra, estar tan cerca. El aire
empezó a faltarle, siendo el oxígeno insuficiente para apoyarla y de repente
todo fue un caos. Los hombres en el cuarto comenzaron a actuar para
estabilizarla. Una enfermera acudió al llamado y le suministró un calmante
intravenoso mientras le aumentaban el porcentaje de ventilación. Un sueño
angustiante se apoderó de ella, no se sentía pacífico y llena de temor cayó
indefensa en un pozo oscuro que le entumeció la mente y el cuerpo por varias
horas.
Cuando volvió en sí, Edward seguía aún ahí, esta vez
sosteniendo su mano buena y acariciándola con cuidado.
-Shhh…
Tranquila Elise, por favor, no vuelvas a alterarte así o te sedarán de nuevo.
Estoy aquí para ti. Puedes lograrlo, lo sé.
Ella
lo miró compungida con pesada vista. Intentó hablar, pero la lengua la sentía
pastosa y tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para concentrarse en la acción y
poder contestarle.
-Sí…
Él
le acarició el pelo con cuidado, acomodándole un mechón sobre la almohada.
-Esa
es mi chica.- Dijo con una sonrisa suave.-
-Edward…
Lo lamento. Soy una estúpida. Debí haber esperado sin importar cuánto tiempo
tomase para que pasara la lluvia. Si yo, ¡oh…!
-Ya…
No digas eso. Fue un accidente. Y si de alguien es la culpa, es mía. Yo te hice
enojar…
-No,
no… Tampoco es culpa tuya. Tienes razón, fue un accidente.
-Basta
Elise. No riñamos por esto, ¿quieres? Debes concentrarte en mejorar.
-…Edward…
-Elise.
Quiero contarte algo, es delicado. Es sobre lo que soy, ¿sí? Pero debes
prometerme que no me interrumpirás a
menos que sea importante. ¿De acuerdo?
Ella
lo miró sin entender, pero asintió como pudo con el duro collarín en su cuello.
Edward se enderezó a su lado y sin soltarle la mano, procedió a hablar.
-Elise, hay un
cuento que narra que un día, la Muerte, abrumada por su soledad y melancolía,
decidió convertirse en humano por un breve tiempo. Quería comprender la
naturaleza del ser y descubrir por qué le temían. Sin embargo, en su andar por
éste mundo lo que descubrió fue el amor en la forma de una joven, que amaba la
vida, con la misma fuerza con la que se enamoró de él en su identidad humana…
Él la miró
significativo, los ojos de Elise se habían abierto mucho al oírle, pero fiel a
su promesa, esperó en silencio por la continuación de la historia.
-…La Muerte, lleno de pasión y
amor por esa hermosa criatura, deseaba no tener que separarse de ella nunca. Pero
eso significaba quitarle la existencia a su amada. En un gran acto de sacrificio
se develó a sí mismo ante ella para explicarle el motivo por el cual no podían
estar juntos. Y aún así, la joven no le rechazó. Tanto le amaba. Llenos de
dolor, tuvieron ambos que aceptar la despedida y acatar la voluntad de Muerte
de que viviera ella a plenitud, el tiempo que tenía por delante...
Elise se dejó
llevar por las imágenes que la hermosa voz de Edward describían para ella,
imaginando le estaba contando su historia con Bella de un modo muy poético, sin
entender en realidad porqué lo hacía si ella ya conocía los detalles de la trama.
-…Y así fue
que los enamorados se dijeron adiós con gran tristeza. Esperando con sosiego, el
momento de su siguiente cita. A la cual,
ninguno de los dos faltaría. Para no separarse nunca jamás…
Edward calló
mientras ladeaba la cabeza, inspeccionando las reacciones de Elise. Era
evidente que ella estaba confundida, pero tenía toda su atención. Así que recomponiéndose
en distancia, prosiguió con su objetivo.
-Elise, tú
sabes cómo me siento por ti. Te quiero y me importas. Pero también sabes que
sigo unido a Ella. Y la verdad es que no estoy seguro si eso sucede por la
naturaleza de lo que soy, o por mis remordimientos. Nunca creí que tú podrías
descubrir que mis alucinaciones seguían y aunque he luchado en su contra y sé que es mi propia mente quien
las causa, no he podido desprenderme de ellas.
Elise se quejó
cuando instintivamente intentó morderse el labio en un gesto delator por
contener sus palabras. Aquella declaración de amor de Edward era triste y
honesta. ¿Qué le estaba ofreciendo él con ella?
-Sé que es
injusto pedirte me tomes así, porque yo mismo ignoro que pueda suceder conmigo
en el futuro, pero aún así me estoy poniendo a tus pies Elise. He elegido por
ti, pero solo para darte lo que quieres.
Ella pestañeó,
insegura de lo que estaba entendiendo. ¿Debería interrogarlo ahora?
-¿Edward…?
-Espera por
favor. Casi termino.
Ella asintió
de nuevo y guardó silencio.
-Estando tu inconsciente Elise, y
luego de que el médico me dijera cuál era tu diagnóstico; tomé una decisión. Te
di a beber mi sangre. Es por eso que ahora estas despierta.
A Elise se le
detuvo la respiración un instante con la afirmación. Luego, una marejada le
subió por la garganta hasta la boca, quedando atrapada ahí y escapándosele solo
una corta exhalación para quedarse con ello, boquiabierta.
-¡¿Qué?!
Él la mandó
callar con un dedo en sus labios. Su gesto adusto pero certero.
-Aguarda. No
te enfurezcas aún. Debes escuchar el resto.
Ella comenzó a
luchar por controlar su respiración, aturdida ante lo que Edward le estaba
confesando fríamente.
-Elise. Ahora
sabes realmente cuál es tu estado físico. Mi sangre te está sosteniendo, pero
estás muy dañada y tu organismo es incapaz de sacarte de ésta por sí mismo. Una
y otra vez me repetiste que estabas en paz con la idea de que, ibas a morir.
Pero éste accidente se te adelantó en la jugada. Sin mí, sin lo que hice; es
posible que… -La pausa se vino involuntaria. Él era frío, pero sus sentimientos
por ella, vivos.-…Hubieses fallecido esta misma semana o la entrante, sin poder
volver a ver a tus padres. El hospital no quiere cargar con la muerte de un
extranjero y por eso te está recomendando, urgiendo más bien, a regresar a
América. Si esa es tu voluntad, me aseguraré de que estemos allá a tiempo. Pero
quiero que lo pienses bien Elise. Esto no estaba planeado, no es justo tampoco.
Para ninguno de los dos, porque me cuento en la desgracia de tu pérdida. Y no
porque me devolviste a Bella, sino por ti misma. Porque hace mucho que tienes
derecho propio en mi sentir.
Los claros ojos de Edward
parecían penetrarla hasta adentro, guiarla hasta un lugar seguro donde ella
amaba estar. Le escuchaba con claridad y le entendía del mismo modo. Su momento
había llegado y ahí, parada al borde del precipicio, le estaba ofreciendo su
mano para envolverla contra él e intentar protegerla de todo mal.
-Elise. Mi
Elise. Escoge tu decisión. Te quiero a mi lado. Por la eternidad si es posible,
pero si no estás segura; me conformo al menos con que optes por mí, ahora. He
hablado con Carlisle y ambos creemos que dadas tus condiciones, la ponzoña
decaerá para el tercer día, que es el tiempo que toma una transformación. Es
entonces que necesitarás otra, dosis,
de mi sangre… Y así más o menos, hasta que tu cuerpo se repare a sí mismo. Piensa
qué quieres hacer contigo Elise. No hay más tiempo ya y debemos disponer las
cosas para cada evento que suceda como consecuencia. ¿Lo entiendes, no es así?
Puedo percibirlo en ti.
La recortada
respiración de ella absorbió el silencio que Edward había causado al callar. En
el ahuecado sonido pudo Elise contemplar lejanamente las imágenes que él le
había aportado. .. Le había develado la última verdad sobre sí misma y ahora
todo recaía en ella.
Antes de poder
responder nada. Edward se acercó hacia su rostro y con sumo cuidado besó sus
labios.
-Me voy ahora
Elise. Te dejaré un rato para que medites todo esto. Estás bien cuidada. Quiero
reponer tu teléfono celular. Ese sí fue una pérdida total y hay mucho dentro de
él que importa. El cielo está nublado y el sol no saldrá de nuevo hasta mañana.
Escoge bien Elise. Yo acataré tus deseos, pero puedes matarme también con
ellos. No pienso ocultártelo. Es parte de las consecuencias también. –Ella lo
miró con agonía. Edward por fin había removido su máscara de ecuanimidad y le había
dejado ver cuál era su auténtico sentir.
-Te quiero.
–Le dijo él y sin añadir más, se dio la vuelta y salió en silencio.
-----0-----
Elise se
encontró sola el resto de la tarde y desamparada para cuando le llevaron la
cena. Luego de esa, el residente y el médico titular dieron su último rondín.
Al parecer, iban a trasladarla ya a piso, pues su aparente mejoría lo permitía.
Ya en su cuarto, se sintió aún más abandonada y temerosa. ¿Y si Edward no
volvía antes de que se quedase dormida? Le daba mucho miedo sentirse indefensa
justo en ese instante pero se vio forzada a enfrentar al silencio que la
rodeaba. Y con ello, a lo inminente.
El tiempo de efecto de la ponzoña
iba decaer prontamente y junto a eso, su salud. ¿Quería eso ella? Por supuesto
que no. De todo lo que se había imaginado, nada se parecía a aquello. Sin
Edward, moriría en esa parte del mundo y sólo sería una mala noticia que
llegaría desde muy lejos a sus seres queridos. Edward tendría que llevar su
cuerpo hasta América o bien, su padre tendría que venir hasta acá por ella. No.
No podía hacerles eso.
Si accedía al,
tratamiento; podrían darla de alta
como Edward lo había mencionado. Y luego, ¿qué? ¿Volverían a casa? ¿Para qué?
Edward le
había pedido la eternidad a su lado, señalando el riesgo en el que ambos
existirían si ella se transformaba. Eso implicaría fingir su muerte con sus
padres. Sus amigos y familia. Pero si no se dejaba ayudar, estaba muerta de
todas maneras.
Al parecer, no
tenía muchas opciones en realidad. Todas se basaban en si estaba lista para
irse o para quedarse. Edward le estaba rogando por lo segundo. ¿Qué tan mal
estaría todo si lo intentaban, juntos?
Una enfermera
fue a su cuarto a las nueve de la noche a aplicarle el sedante para ayudarla a
descansar y no pudo combatirlo. Cayó en ese sueño hueco casi de inmediato. En
algún momento de la noche, despertó inquieta, sintiendo claramente como el
dolor reclamaba su cuerpo y la debilidad, sus acciones. Atemorizada buscó a su
alrededor y para su consuelo, Edward estaba ahí. Sus fríos dedos le acariciaron
el rostro en silencio, pero podía ver reflejado en él su preocupación.
-¿Elise…?
La palabra iba
cargada de muchas preguntas, pero la principal de ellas, era la más importante.
Con voz entrecortada, ella simplemente dijo…
-Hazlo. Sácame
de aquí.
El suspiro
vino con la respiración que él estaba guardando. Asintió en silencio y sin
dejar de mirarla, repitió la acción de hacía dos noches. Estaba lleno, había
ido de cacería de nuevo para estar preparado por si ella accedía. Con algo de alivio,
acercó su muñeca hacia ella. Elise sintió nausea tan solo de ver aquello
escurriendo por la pálida piel y aunque dudó cuando la paladeó dentro de su
boca, cerrando los ojos, la bebió.
Él volvió a
besarla cuando todo hubo terminado. Una tenue sonrisa se asomaba a sus labios
de vez en vez mientras acariciaba con ternura a su pelirroja.
-Vuelve a
dormir ahora Elise. Estaré aquí cuando despiertes. Ya nada va a alejarme de ti.
Cuatro días
después, una semana en total luego del atropellamiento, dejaban ambos el
hospital al anochecer.
-----0-----
De vuelta en
la villa, Elise se encontró siendo atendida por Edward con devoción. Era
frustrante no poder realizar la mayoría de las tareas cotidianas por sí misma,
pero él hacía que su mal humor y naufragios se evaporaran con sus atenciones.
Siendo capaz de volver un necesario baño, en un delicioso encuentro íntimo
cuando las heridas de la piel comenzaron a sanar casi sin cicatrices gracias a
la reparadora ponzoña.
Dejarse mimar
y llevar por Edward empezó a convertirse en algo fascinante. Sí. Habían
convivido mucho antes, pero ella vivía una vida diurna afuera y lejos de Edward
la mitad del día. Ahora, teniendo que adaptarse una vez más a las necesidades
presentes, uno y otro terminaron invirtiendo la noche por el día y compartiendo
todas las cosas que esas horas juntos les podían ofrecer en la calmada Chiang
Mai. Elise, dormía mientras el sol estaba en lo alto y jugueteaba de noche con
Edward y los dos fueron felices.
Un mes más tarde, Elise se
hallaba perfectamente recuperada del accidente, aunque no del cáncer. Tal y
como lo había predicho Carlisle, eso ya no tenía marcha atrás. Simplemente, se
hallaba aletargado. No había modo de comprobarlo con controles sanguíneos, ya
que eso hubiese delatado la anomalía, pero el cuerpo hablaba por sí mismo.
La apariencia
de fragilidad no desapareció, pero el tinte rosado volvió a sus mejillas y
aunque las ojeras tampoco se borraron, era ya más bien achacables al estilo de
vida, que a la demacración.
Para Elise jamás dejó de ser
incómodo hallarse a sí misma bebiendo la sangre de Edward, pero llegó a tomar
ese evento como la comunión más íntima entre ellos dos. Cada aceptación de ello,
era dejarlo salvar su vida. Aquello, era tan grande, que el corazón le dolía de
amor con una sensación imposible de describir. Y, cuando todo terminaba
simplemente y en silencio, ambos buscaban besarse y quedarse abrazados el mayor
tiempo posible. Conscientes de que en ése acto, ambos se volvían uno y el
mismo.
Así, terminó
el tiempo en Tailandia. No volvieron a casa de ella. Elise no lo deseaba y
Edward le dio el mundo a cambio.
La tecnología
hizo posible que ella no perdiera el contacto con su familia. Verlos, oírlos y
compartir con ellos los acontecimientos fue siempre posible gracias a ello. Los
siguientes tres años, se fueron llenando de grandes vivencias convertida en una
auténtica ciudadana del mundo, con Edward a su lado.
Las verdades
también se hicieron presentes, compartidas y aceptadas. Edward no dejaba de
angustiarse al saber perfectamente que jamás iba a vencer completamente al
monstruo en ella hasta no convertirla. Y Elise terminó por aceptar a Bella como
compañera de vida, en el amor de ellos dos, liberando a Edward del secreto y
dejándole hablar cada vez que fuese necesario de las alucinaciones o del
pasado.
El único secreto que permaneció,
fue la apariencia de él en su estado puro. Mostrarse así ante ella, no sólo era
peligroso con sus instintos libres, sino también uno de sus más grandes miedos.
Decidió que sólo se dejaría ver así por ella, cuando se hubiese resuelto,
cuando le pidiera ser como él. Esa, sería la última prueba a superar.
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Sí, este capítulo es corto. Pero es que no hay más que contar al
respecto. Eso, es el futuro. ¿Quién puede ver ahí?
En estos momentos, me siento muy enamorada de Edward y Elise. Me he
atrapado sonriendo con ternura. ¿Cómo no quererlos cuando luchan tanto, hombro
a hombro, para y por ellos?
¡Ay! Esta loca y soñadora cabeza mía.
Un beso a todas: Sissy
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Música de Ludovico Einaudi: “Nuvole Bianche”. Una pieza de piano
conmovedora. De esas que te recuerda que la música no tiene idioma, ni edad, ni
nacionalidad. Tan conmovedora que toca positivamente cualquier sentimiento que
traigas adentro. Tu alegría la potencializa; tu ternura se convierte en una
frazada protectora para el resto del día; tu tristeza, una amiga con la que ya
no quieres pelear.
¿que pasa cuando el amor y la muerte se abrazan?
ResponderBorrarSe muere el amor? O se enamora la muerte?
Tal vez MUERTE existiría enamorado y AMOR amaría hasta la muerte...
Pero confió en que el amor es más fuerte que toda cosa existente en el mundo, nadie la puede detener. por eso yo creo que el amor triunfaría, la muerte se volvió muerte por el vacio y la agonía, falta una luz en el camino para endulzar su existencia...
Estoy enamorada de estos dos... desde el fondo de mi alma les deseo lo mejor...
un fuerte abrazo
Nancy Q.
Nancy, ¡qué bella reflexión! Has acertado magistralmente a la esencia de cada personaje. Qué dulce agonía has planteado, sólo falta saber quien en más fuerte o tal vez, más bien, si es que Muerte y Amor, logran equilibrar su precaria balanza perpetuamente.
BorrarAbrazos!
Sissy me paso por aqui!! Nancy tiene muchisima razon el amor es lo mas fuerte que hay es la luz entre medio de tanta oscuridad. yYcreo que ambos Amor y Muerte podrian ser la cara de la luz y oscuridad del Ying y Yang y que ambos logran el equilibrio perfecto que no pueden existir sin el otro. Yo tengo fe que lo lograran se lo merecen ambos tuvieron muchas pruebas y creo que es hora que tengan su premio kissitos!!!
ResponderBorrarGracias por venir hasta acá Althena!
BorrarVerdad que esa cita que tomé de Krizia sobre el amor y la muerte es estupenda? Apenas la leí, supe que cuadraba perfecta con el prólogo de esta historia y por eso se la di a Edward y Elise.
Es bellísima la forma en que ustedes están tomando la trama y viviéndola. Ojalá te guste el final de aquí, porque será muy distinto al de Forks.
Besos!
Hoy pienso que cuando hay Amor verdadero, ni la muerte es capaz de resistirse a Él. Ya deseo que por fin Elise acepte ser transformada definitivamente y así Edward pueda sacar de una vez y para siempre el fantasma de Bella de su vida y pueda vivir sin remordimientos el AMOR.
ResponderBorrarAy, linda!
BorrarQue bonitas palabras! Yo también quisiera que Edward supiera ya dejar su obsesión con Bella y seguir adelante... ¿Qué quieres que te diga? El único problema, es la pesadilla que originó éste fic.
Más adelante, te cuento a ti y a las demás, cuál fue.
Abrazos y gracias por venir a mi rincón! Se sintió hermoso recibir tu mensaje desde aquí.
Cuídate mucho!