CAPÍTULO 11
ADIVINANZAS
EYES ON FIRE
BLUE FOUNDATION
Cerca
de la madrugada, la vivencia del sexo entre ambos se hizo avasalladora en todo
lo antinatural que era per se. Aquello se trataba de un inmortal de hielo,
replicando el vivo calor de una humana. Ni Elise ni nadie, podría estar
preparado para algo así.
Así
que cuando pudo liberarse a través del sueño de la agobiante extenuación de
haber sido amada consecutivamente por Edward, su mente la obligó a reconocer
que eso, que ÉL, era algo más. Impulsada por la falta de barreras y luego de
contemplar al avasalladoramente hermoso hombre que la miraba con adoración
tendido desnudo a su lado, se escuchó a sí misma hablar.
-Edward...
Él
sonrió fascinado, captando no sólo la voz, sino la vibración de la delicada
piel en la garganta al decir su nombre. El extraño timbre no le perturbó, aún
estaba demasiado excitado como para que algo tan predecible, lo hiciera;
simplemente la besó con suavidad en los labios y esperó a que continuara
mientras le acariciaba el vientre.
Elise
tembló al contacto de los atemperados dedos y casi desistió de seguir, de no
ser porque algo en sus instintos la apremiaba a continuar.
-Edward…
¿Qué eres…?
La
mandíbula se tensó de inmediato ante la pregunta, conteniendo el aire un
momento. De todas las veces que se planteó la situación, jamás logró concretar
el modo de contestar a eso. Esperaba poder hacerlo sin aterrorizarla por
completo.
-Elise…
Tú misma ya debes saber la respuesta.
Los
ojos de Elise se abrieron ampliamente al escucharle. No sentía miedo, pero sí
ansiedad, Edward le estaba confirmando su sospecha.
-Yo…
¿vas a quedarte ahora?
-No
Elise. No debo estar aquí cuando amanezca, pero si me pides quedarme lo haré,
sólo que no podré salir hasta que anochezca de nuevo.
Elise
pestañeó ante la información recibida. Edward no decía nada claro como siempre,
pero igual la dejaba con la sensación de que se perdía algo crucial en lo que
no alcanzaba a descifrar.
-Yo…
No entiendo…
-Concéntrate
Elise, no sólo en lo que crees saber, sino en cómo te sientes respecto a mí.
¿Aún crees que estas a salvo a mi lado?
Él
la miraba sumamente preocupado. Si Elise temía todo sería mucho más difícil.
Ella por su parte obedeció a la petición, rebuscando en su interior a cerca de
Edward; y a pesar de que su intuición le alertaba sobre algo anormal, no dudaba
ni un poco de él.
-Sé
que tú nunca me harías daño voluntariamente Edward.
-Entonces,
¿sabes que soy, peligroso?
Ella
contempló la pregunta unos segundos. ¿Peligroso? Si. ¿Tenerle miedo? No.
-Sé,
siento que, puedo confiarte mi vida misma. ¿No es así?
Edward
exhaló aliviado.
-Elise,
lo has estado haciendo todo éste tiempo en realidad… Y jamás, jamás quiero
decepcionarte.
-Edward…
¿Qué estamos diciendo? No estoy segura sobre lo que estoy entendiendo.
-Elise,
temo contestarte francamente.
-Edward…
-le dijo mientras le tomaba el rostro para hacerlo mirarla de frente.- Tú ya
sabes mi verdad. Yo, voy, a morir pronto. No creo que pueda haber nada más atemorizante
que ese conocimiento y heme aquí.
Escucharla
hablar tan calmada sobre su condena maravilló al vampiro, envidiándola en su
capacidad para adaptarse y seguir adelante; pero esto, decirle que algunos
monstruos de las historias de terror existían, seguro sería demasiado hasta
para ella.
-Hermosa
Elise, soy una leyenda que camina. Una historia que se prefiere creer como un
cuento.
Ella
tragó saliva involuntariamente. Aquello no era un juego, cada palabra que
escogían para comunicarse era absolutamente real e implicaba muchas e
inesperadas posibilidades.
-¿Edward…?
-Elise,
quiero decírtelo, pero preferiría que tú lo nombraras primero. Todos los
indicios están ahí, sólo necesitas juntarlos.
Su
raciocinio se rebeló a lo escuchado. Aquello no podía ser verdad, un leve
escalofrío le recorrió la espalda y abruptamente escogió contener todas las
ideas e imágenes que se le venían a la mente. Su corazón estuvo de acuerdo en
esa acción, ¿qué más daba la respuesta? Ella lo amaba, fuese lo que él fuese.
-No
me importa. Me da igual lo que seas, te cruzaste en mi vida al final y no voy a
desperdiciar el tiempo que me queda con estúpidos miedos.
El
vampiro se quedó en shock momentáneo. ¿Cómo podía decir eso ella? La lógica
decía que ella iba a gritar horrorizada e intentaría huir mientras él le rogaba
se tranquilizara; pero en cambio, lo aceptaba sin dudar, tal como lo había
hecho Isabella en su momento.
¿Final?
De repente esa palabra le recordó que no había tiempo que perder. Elise no se
extinguiría si él podía evitarlo.
-Elise,
no puedes decir sólo eso.
-Sí
puedo Edward. Si volviste y te quedas, tú también tendrás que ver a un monstruo
muy temible adueñarse de mí. Ahora soy yo la que quiere saber Edward, si tienes
miedo. Yo lo tengo por ti, porque perder a Bella te destruyó y conmigo no va a
ser muy diferente, también voy a morir…
-No
tienes que hacerlo.
-¿Hacer
qué, Edward?
-Morir.
-¿De
qué estás hablando?
-Elise,
no quiero que temas o dudes de mí, pero debo ir en busca de mi padre. Él podría
ayudarnos.
Elise
se sintió levemente irritada. Al parecer todo lo que había creído entender
parecía ser una locura de su cabeza.
-¡Vamos,
Edward! A menos que tu padre haya descubierto recientemente una cura milagrosa
contra el cáncer, dudo que haya algo que alguien pueda hacer.
-Te
equivocas Elise. Aún existe una posibilidad.
-Edward,
si estás hablando de dinero… No es posible, yo… Esto ya es una metástasis.
Tengo cuatro, cinco meses a lo sumo.
-Elise,
dijiste que confiabas en mí. Entiende que no te estoy mintiendo si te pido que
esperes mientras localizo a Carlisle y si tienes que irte, ten la certeza de
que te encontraré si me lo permites. Sea lo que sea que decidas, no te dejaré
sola.
-Pero
tienes que marcharte ahora, ¿no? –Dijo ella con leve sarcasmo.-
-Elise,
no dudes. Es sólo que hace demasiado que no sé de mi padre y aunque tengo una
idea de dónde empezar a buscarlo, hallarlo podría tomar más de un par de días.
Edward
la miró suplicante. Genuinamente quería que ella accediera, que le diera la
oportunidad de decirle la verdad sobre él.
Elise
tomó todo lo escuchado y lo sopesó contra lo que sentía en su interior. Amaba a
Edward y quería creer que él en verdad estaría ahí para ella hasta el final,
pero sabía también que aquello podía ser demasiado para cualquiera y temía que
esa fuese la última noche que supiese de él. Aún así, no iba a obligarlo a
permanecer a su lado y con renuencia e intentando ser lógica, le dio un voto de
confianza al dejarlo ir.
-Ve
Edward. No temas, si no vuelves a tiempo, te dejaré datos sobre mi paradero
para que puedas encontrarme.
El
ceño de él se cimbró levemente, podía leer en su voz y en su errático corazón
la duda, pero la amó más en su desprendimiento. ¡Debía marcharse, ya! Entre más
rápido hablara con Carlisle, más pronto estaría de vuelta a su lado.
Se
miraron llenos de sentimientos encontrados al besarse los amantes, los miedos
de ambos eran bien cimentados, pero la fe que cada uno otorgaba al otro, les
dio la fortaleza para separarse. Edward se vistió con renuencia, sin dejar de
observar a la pelirroja que le contemplaba desnuda y sin sentir recato de mostrarse
así ante él. Una vez listo suspiró mientras dejaba caer pesadamente los brazos
a sus costados. No quería irse, pero tenía que hacerlo. -Ángel Elise, dulce Elise; cree en mí, opta por mí a mi retorno.-,
suplicó en silencio. Acercándose sobre ella, dio un último beso a su boca y en
un secreto deseo, hizo lo mismo con la base de su cuello.
-Volveré
Elise. Mientras tanto, piensa en todo lo que te dije, necesito que aunque te
niegues a creerlo, descubras la verdad sobre lo que soy.
Ella,
aún aturdida por el contacto de los labios sobre su piel, suspiró mientras
asentía.
-Lo
intentaré. No tardes demasiado.
-No
dudes de mí.
Sin
temor y a propósito, Edward desapareció al instante de ahí al moverse a la
verdadera velocidad de que era capaz mientras sonreía con ironía. ¡Si ella aún
necesitaba de más señales…!
Elise
se sobresaltó al hallarse tan repentinamente sola como si todo hubiese sido una
alucinación, pero Edward había estado ahí. Todo el lugar –ella- estaba llena de
él. Fue natural sentir miedo al comprender de nuevo que ninguna persona podía
moverse así, pero entonces lo recordó; Él, no era solamente una persona…
----- 0 -----
La
última semana en el trabajo, no cerró un solo día con la esperada aparición de
Edward a la puerta del mismo. Elise no quería dudar de la promesa, pero no
añorarlo era imposible a pesar de la distracción que le ofrecía las múltiples
despedidas que sus varios amigos le organizaron, ni siquiera la de ése viernes
en donde el mismo Lucca asistió.
-¿Así
que por fin vas en pos de tu travesía Elli?
Fue
la frase con que Lucca se acercó para abordarla con una sonrisa amplia en el
rostro y una bebida en la mano. A Elise le dio gusto verlo, sería bueno poder
despedirse de él también.
-Sí
Lucca…
-¿Ko
Samui?
Elise
sonrió asintiendo.
-Sí,
en semana y media estaré parada en la arena de Tailandia y comiendo pancakes de
banana.
-Jack Johnson…
Ambos
empezaron a canturrear una estrofa de una canción del nombrado cantante que
empleaban cuando eran menores y hacían planes para viajar juntos, luego de
terminarla, soltaron la risa con añoranza.
-Me
alegro de que no renunciaras a tus sueños Elli.
-Gracias.
-Yo…
Bueno, quizá vaya después, cuando sea el momento para mí. –Lucca la miró con
cierta incomodidad.- ¿E irás sola o con Edward? ¿Es tu novio ahora no? ¿Por qué
no lo veo por aquí? ¿No vino?
-Edward
tuvo que irse de improviso, asuntos familiares.
-Pero
entonces, ¿nadie te acompañará Elli? –A Lucca no le hizo gracia imaginarse a
Elise sola al otro lado del mundo. Una cosa era que ya no estuvieran juntos y
otra que le fuera completamente indiferente.-
-Bueno,
si no se puede antes, me alcanzará en Tailandia; pero estaré bien Lucca, no te
preocupes.
-Elise
no seas tan cabezota, eres demasiado inteligente como para pretender obviar los
riesgos de viajar por ti misma. Simplemente, eres muy guapa.
-Oye,
gracias por la confianza… -Fingió ofenderse mientras Lucca se enfadaba un poco
más.-
-No
te burles Elise. Lo digo en serio.
-Y
yo igual.
-Vamos
Elli. ¡Jamás imaginé que el tal Edward te dejaría ir sola! No sé, es que tú y
él parecen… Bueno, es hasta incómodo mirarlos juntos a veces.
-¿Qué?
–dijo ella entre una risa- ¿Cómo dices? ¿Por qué?
-Es
que ustedes, nunca había visto a una pareja mirarse así. Tú nunca me viste así
Elli y fuiste capaz de de hacer a un lado tu sueño con tal de esperarme. Créeme
que no me es fácil decirte esto porque, bueno, es obvio que no puedo ser
completamente imparcial pero; ustedes dos parecen algo aparte cuando uno los
sorprende en una caricia. Dan la impresión más bien de ser una de esas parejas viejas que
se dicen todo sin hablar. Elli, ¿por qué nunca fue así entre nosotros?
-¿Celos?-, pensó para sí Elise muy sorprendida. Darse
cuenta de ello no le causó ningún sentimiento de satisfacción y fue muy raro.
No se había dado cuenta que ya no le dolía saberlo con la rubia… Que por
cierto, tampoco estaba a la vista.
-Yo,
no lo sé Lucca. Ni siquiera supe cuando empezamos a alejarnos.
El
interpelado bajó la vista mientras encorvaba el cuerpo un poco antes de
responder.
-Yo
si…
-¿Cómo?
-Es
que Elli, yo no pude seguirte el ritmo. Me sentí muy presionado.
-¿De
qué hablas? Yo nunca te pedí boda.
-No,
Elli, no es eso, es, bueno… Es que es muy difícil mantenerse a la altura
contigo. Yo no puedo ser tan optimista todo el tiempo y aceptar las cosas,
además… Mira a tu alrededor, eres un imán para las personas. ¿Cómo compito con
eso? Tu atención estaba dividida siempre con todo el mundo.
-¡Hey,
eso no es cierto! Me estás pintando como si yo fuese una santa y no es así. ¿O
estás diciendo que te descuidé? No recuerdo nada así. Más bien me parece que
empezaste a llegar tarde, a dejarme fuera, a alejarte de mí hasta que fue
evidente que algo estaba roto.
-Elise,
no podía estar contigo, ya no me sentía contento en casa, empezaste a
convertirte en un agobio.
Elise
se sintió molesta ante la inmadurez de Lucca, pero luego de torcer el labio
suspiró, ése era el problema de él y no iba a cargar con el cuento. Como fuese,
ya no eran pareja y además, la separación había resultado para bien.
-Mira
Lucca, lamento que te hayas pensado que las cosas eran así. Si en verdad te
puse semejante presión en los hombros me alegro que te hayas salido de ella. Yo
estoy bien y tu también, ambos estamos avanzando y a fin de cuentas eso es lo
que importa, ¿no? Por cierto, ¿dónde está tu novia? ¿No vino tampoco?
-No
la invité, no pensé que fuese adecuado… Elise, ¿es en serio que no me guardas
rencor?
-No
Lucca. Ya no. Supongo que tienes razón, yo avanzo muy rápido y además, ¿de qué
me serviría seguir sintiendo rabia?
-Elli,
yo… Ya… No voy a aguarte la noche. La verdad me siento mejor de haberte dicho
todo antes de que te fueras.
-Qué
bien Lucca. A mí también me hizo bien.
-¿Me
mandarás una postal de allá?
Elise
aceptó de buena gana el cambio de tema. El pasado estaba zanjado y eso le daba
paz.
-¡Claro!
Además, pienso abrir un blog para postearles mis correrías. Creo que lo voy a
llamar, “…Los Días de Elise…”.
-¡Ja!
Es una buena idea Ellie. Estarás un poco lejos de alcance, pero si necesitas
ayuda… Cuenta conmigo también, ¿sí?
-Gracias
Lucca.
-Oye,
sólo una duda Elli… Edward, ¿todo bien con él?
-Eso
quiero creer Lucca.
-Más
le vale cuide bien de ti, dile que le mando decir eso cuando lo veas, ¿de
acuerdo?
Elise
rió contenta, si es que él regresaba, se lo comentaría en algún momento.
La
fiesta se prolongó por un par de horas más y Elise estaba agotada para cuando
se metió en la cama. Edward no estuvo ahí tampoco esa noche.
-----0-----
El
domingo por la mañana, con ayuda de
Marita y Ralph, terminó de empacar el remolque rentado para conducir hasta
casa. La despedida fue conmovedora. Marita también era una trotamundos y se
había establecido en América al enamorarse de Ralph, y comprendía muy bien –o
al menos eso pensaba-, la comezón de Elise por ver el mundo.
-La
vida cambia muy rápidamente querida, y me alegro por retomar tus planes, es una
gran oportunidad. ¡Aprovéchala! Y si Edward no era para ti… El mundo es muy
grande y tú lo vas a ver de primera mano.
Marita
soltó una alegre carcajada colgándose de su pareja y se haciéndose para un lado
mientras Elise cerraba la portezuela tras de sí. Hubo lágrimas en los ojos de
todos y muchas sonrisas. Ellos no sabían que quizá sería la última vez que
verían a su querida amiga.
Debido
al peso extra, el viaje duró mucho más de lo normal, pero antes del temprano
anochecer, estuvo en casa. Sus padres la recibieron felices y le ayudaron con
todo lo que se pudo esa tarde. La cena familiar no estuvo carente de
interrogaciones y dudas, porque sus padres, al igual que muchos, estaban
preocupados por imaginar a su hija haciendo correrías por el mundo pero no
querían detenerla. Su niña tenía todo el derecho de vivir y si así quería
hacerlo, lo iban a respetar.
Por
supuesto que su madre le preguntó también por el novio del cuál no había habido
señales y se sintió inquieta de ver a su hija tan enamorada y a la vez sola.
Tuvo que darle un voto de confianza, aún era joven, con casi veinticinco años
le faltaba mucho por hacer antes de establecerse y sólo le besó la frente como
antaño, cuando todos se fueron a descansar esa noche.
En
su cuarto Elise tardó en dormirse, acosada por las inquietudes de todos. Sabía
que tenían razón, pero estaba hecho, se iría sola. Y aunque quería creer en el
retorno de Edward, habían pasado muchos días sin noticias suyas. Quizá sería
mejor así, no le rompería más el corazón por su muerte.
“Muerte”.
Esa palabra horrible. ¿Cómo se había atrevido Edward a decir que podían
burlarla? Eso era imposible. Quizá la misma estaba furiosa con Elise por
haberse escapado aquella noche del asalto en el estacionamiento y por eso había
regresado con tanta saña. Si Edward no hubiera aparecido, ella ya tendría meses
bajo tierra.
Edward.
¿Cómo
era que había llegado a su lado tan pronto y derrumbado a esos hombres armados
en instantes? Del mismo modo en que había desaparecido de su departamento en
dos ocasiones. ¿Qué era él? Se había negado a pensar en el asunto durante días.
No quería llegar a una conclusión que le pudiese causar miedo. Edward la quería
y ella a él, no importaba nada más. Pero… ÉL mismo le había pedido buscara la
verdad para poder hablar a su retorno.
El
cansancio la venció eventualmente y esa noche tuvo los sueños más extraños y
atemorizantes en mucho tiempo.
El amado y pálido rostro masculino se apareció en medio de la negrura de la noche para presentarse ante ella con una presencia avasalladora y dominante que no cuadraba con el mensaje de amor y súplica en sus ojos. Un anciano deforme, pálido, de uñas largas y vestido de una forma arcaica brotó al costado de Edward sonriendo tenebrosamente. Edward no se retiró y en cambio le hizo espacio a su lado, señalándoselo a Elise significativamente con la cabeza. Ella los miraba a ambos con escalofríos corriéndole por la espalda.
El amado y pálido rostro masculino se apareció en medio de la negrura de la noche para presentarse ante ella con una presencia avasalladora y dominante que no cuadraba con el mensaje de amor y súplica en sus ojos. Un anciano deforme, pálido, de uñas largas y vestido de una forma arcaica brotó al costado de Edward sonriendo tenebrosamente. Edward no se retiró y en cambio le hizo espacio a su lado, señalándoselo a Elise significativamente con la cabeza. Ella los miraba a ambos con escalofríos corriéndole por la espalda.
El anciano se adivinaba un
monstruo peligroso mientras ambos se acercaban hacia ella lentamente. Por un
momento, fue Edward quien la abrazó, pero luego abrió el abrazo para que el
anciano se acercara y se uniera al contacto para el pavor de Elise. El pálido y
arrugado extraño alargó sorpresivamente una de sus manos hacia el rostro de
ella y Elise pudo ver con horror unas enormes garras por uñas que se le
acercaban al cuello sosteniéndola con imposible velocidad y dejándola congelada
como en hipnosis, contemplando como el viejillo descubría unos horribles
colmillos que desgarraron su piel y manchaban las ropas de sangre, mientras que
Edward se unía a besarla en la boca con suma pasión.
Elise
despertó con el corazón saliéndosele por la garganta de la impresión. No.
Aquello no podía ser. Edward no podía ser eso. Edward jamás le haría daño.
¡Dios! ¡No! Era imposible.
Pasó
el resto de la noche temblando cuando el anciano asomaba su imagen
repentinamente a la memoria. El único modo de exorcizarlo fue recordar una vez
más, la noche que Edward y ella se amaron. Elise se esposó de la mirada que
tanto adoraba para usarla de escudo contra el miedo. Una vez bien resguardada en
ella y evocando en su cabeza la voz de Edward diciéndole que estaba a salvo a
su lado, pudo volver a dormir tranquilamente hasta que el sol estuvo bien alto
y su madre tocaba a la puerta para invitarla a desayunar con ella en la cocina.
El
resto del día, procuró bien amordazar la pesadilla en su mente. Si es que
Edward volvía, había mucho por hablar.
----- 0 -----
Edward
se halló de regreso mucho más pronto de lo que esperaba, su padre aún le amaba
incondicionalmente y había dejado pistas por todos lados para que le encontrase
si es que alguna vez decidía éste regresar a su lado.
Lo
que Carlisle le había dicho le había llenado de esperanza, un descubrimiento
que le daría tiempo a Elise para decidir, para conocerlo verdaderamente y tomar
la decisión que fuese, aligerando un poco la presión. Claro, ambas opciones, seguían siendo igual
de terroríficas pero al menos… Al menos no tendría que morir tan pronto si ella
se negaba a cambiar.
Mientras
corría como un borrón entre los árboles de las elevadas montañas, Edward
permitió a su muerto corazón latir con la pequeña esperanza de que Elise
siguiese teniendo la capacidad de aceptar todo sin temor y con el tiempo,
convencerla de quedarse a su lado. De ser así, tenía mucho por confesarle. Demasiados
errores en una vida muy larga, mentiras que le apesadumbraban el corazón y una
confidencia más, la verdad sobre Isabella y el cómo él, enloquecido; había
optado sin capacidad de negación, a revivir a Bella a través de ella.
Cuando
halló el departamento vacío, no perdió el tiempo y retomó curso en dirección de
la pequeña ciudad de donde era oriunda Elise. Esa misma noche se presentaría
ante ella, y buscando elevar sus posibilidades, se aseó y arregló con esmero
antes de reencontrarse con ella y bueno, sus padres.
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¡Wow! No me di cuenta de
cuán rápido terminé de contar éste capítulo. Supongo que una vez salvada la
brecha de la intimidad física, hasta a mi me es más fácil seguir contando su
historia.
¿Cómo ven el escenario, chicas?
¿Hay segundas oportunidades para todos, o lo miedos son más fuertes que las
opciones? Quiero saber de ustedes, por favor.
Cariños: Sissy
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