CAPÍTULO 3
EL SIGUIENTE ACTO
Soy el siguiente acto,
que espera tras bastidores.
Soy un animal
atrapado en tu caliente auto.
Yo soy todos los días
que elegiste ignorar.
que espera tras bastidores.
Soy un animal
atrapado en tu caliente auto.
Yo soy todos los días
que elegiste ignorar.
----
Eres todo lo que necesito.
Estoy en el medio de tu imagen,
yaciendo entre los juncos.
Estoy en el medio de tu imagen,
yaciendo entre los juncos.
ALL I NEED
RADIOHEAD
La
amarillenta luz de las farolas alumbraban extrañamente a las dos cercanas
figuras sentadas en la calle.
Hacía
rato que Elise se sentía bien, pero no tenía deseos de regresar al ruidoso
interior del Rêve. El ambiente excitado del club le resultaba innecesario ya;
no sólo por todo el malestar físico que
había experimentado esa noche, sino por hallarse junto a él. Aún así, tuvo que
aceptar que debía avisar a sus amigos, que para ese momento estarían ya sumamente
preocupados por su desaparición.
No
tuvo que hacerlo, pues cuando cavilaba sobre tener que separarse de Edward, vio
a lo lejos la figura de Ralph, avanzando velozmente en su dirección. En ese
instante, captó por fin lo alejado que en realidad se encontraban del bar y de que
no tenía idea cómo había llegado ahí sólo con el apoyo de los brazos de él.
-¡Elise!
Ella
y Edward se levantaron para contestar al chico que los alcanzaba de a poco con
mirada violenta y evaluativa de la situación; haciendo evidente con todo su
cuerpo que estaba listo para la confrontación si es que su amiga lo necesitaba.
Luego
de un breve intercambio de palabras y presentaciones de rigor, Elise pronto
dejó claro que era sólo gracias a Edward que nada más le había sucedido y que
se retiraba para ir a casa a descansar. Marita, la pareja de Ralph, le entregó
el pequeño bolso que se había quedado en la mesa y bajo la mirada preocupada de
algunos, Elise se despidió siendo escoltada por Edward, que se había ofrecido a
acompañarla por su auto y no dejarla sola por ninguna circunstancia.
Así,
ambos caminaron lado a lado, por las tranquilas calles en la dirección que ella
guiaba.
-Sabes,
Edward, aún le queda una hora abierto al estacionamiento… Hum… ¿Te gustaría…?
Bueno, ya que tampoco quisiste quedarte en el Rêve… ¿Tomar un café, o cenar
algo?
-Te
lo agradezco Elise, pero estoy bien…
-Oh,
bueno… -Y no pudo evitar el desencanto en su voz, ella tampoco tenía hambre,
sólo quería prolongar más el tiempo a su lado.-
-Pero…
¿Qué tal si nos sentamos ahí, en el parque? Te noto pálida aún, quizá
deberíamos ir más despacio, para que no te agotes…
Elise
sonrió embelesada. Además de oportuno, carismático y bello, también era un
caballero. ¿Cada cuanto podía toparse una con un hombre así? Y con un gesto de
agradecimiento, aceptó, mientras que giraban rumbo hacia la acera de enfrente.
Edward
estaba preocupado en verdad, pero no sólo por la salud de la chica; sino por
todas las acciones que él estaba realizando sin pensar. Él, que sobreanalizaba
las cosas siempre, de repente estaba actuando por impulso una y otra vez como
reacción a ella y lo que le provocaba en su subconsciente.
-Y…
Edward… -Le dijo Elise mientras se sentaba en un columpio y él la imitaba luego
de mirarla con una chispa de humor en los ojos.- ¿Sigues cuestionando si
hiciste bien en “seguir tu olfato” hasta ésta ciudad, o ya empiezas a
encontrarle su belleza?
¡Ay,
por Dios! Apenas dijo eso se dio cuenta de lo coqueto que sonaba. ¿Acaso no
tenía filtro su mente esa noche? ¿O era que Edward le gustaba tanto que sólo
sabía actuar como una tonta a su lado? Él rió nuevamente con suavidad, captando
también el doble sentido de la pregunta, y optó por ser sincero.
-Sigo
sin decidirme Elise, aunque es verdad que he encontrado aquí lo que en
ningún otro lado en mucho tiempo, tampoco estoy seguro si eso es… beneficioso para alguien.
ningún otro lado en mucho tiempo, tampoco estoy seguro si eso es… beneficioso para alguien.
La
extraña respuesta sólo sirvió para intrigar más a Elise y ayudarla a
recomponerse mentalmente.
-Mmm…
Quizá es muy pronto para que hagas conclusiones Edward; pero espero que, si te
quedas por un tiempo, llegue a gustarte tu estadía. Para lo que sirva, por lo
menos a mi me agrada mucho que te encuentres aquí. Es fácil imaginar lo que me
pudo haber pasado si alguien equivocado me hubiese encontrado en las
circunstancias que tú lo hiciste… Tengo mucho que agradecerte…
-No,
Elise… No tienes… - Y no agregó más, dejándola de nuevo desconcertada por
lo críptico de su mirada.
Su
voz interior concordaba con él. Si estuvo tan cerca, no era porque quisiera
cuidar de ella, sino porque sentía una egoísta curiosidad que necesitaba ser
saciada. Ojalá y la promesa de seguridad que le había ofrecido hacía un rato,
fuese duradera…
-Y…
Elise, ¿siempre has vivido en ésta ciudad?
-No.
Hace poco más de un año que me mudé aquí junto con el que era mi novio.
-Oh…
¿Y qué sucedió?
-Bueno,
ambos teníamos sueños distintos. Creo que... El vivir bajo el mismo techo es lo
que te hace conocer a una persona verdaderamente y, eventualmente, ambos
coincidimos que no éramos el uno para el otro a pesar de salir desde la
universidad. Hace tres meses que él me dejó el departamento que compartíamos y…
Al parecer ya encontró a alguien más, porque estaba en el Rêve muy bien
acompañado…
A
él no le pasó desapercibido el sarcasmo en la última parte de la frase y le fue
fácil atar cabos.
-El
verlo con otra, ¿fue lo que te alteró tanto Elise? ¿Aún lo amas?
-No…
Quiero decir, no lo creo… Es que, bueno; no estás tanto tiempo con alguien y lo
desechas tan fácilmente, pero creí que ya lo había superado por completo. No
sé, como te dije, todo el día y en general toda la semana he estado cansada.
Quizá la impresión que me causó sólo coincidió con esto y lo aumentó. Yo… No
entiendo de verdad qué sucedió.
Edward
la miró evaluativo. Su voz sonaba dudativa, pero honesta. Además, él podía
percibir un olor extraño en ella, que no tenía nada que ver con lo adquirido en
el bar. Seguramente estaba enferma y era del tipo de personas que no hace caso
de las señales hasta que en verdad están mal. Suspiró exasperado levemente, -¡Humanos! No comprenden lo delicada que es su
vida y la descuidan con mucha facilidad…-.
-Deberías
hacer que un médico te revisara. Lo de hoy no fue cualquier cosa Elise.
Los
ojos de ella se abrieron mucho, horrorizada por la propuesta.
-¿Doctores?
No gracias. Estoy bien, debe ser que últimamente he bajado de peso y estoy algo
descompensada.
-Cuida
mejor de ti, por favor. Es molesto cuando la gente no lo hace…
-Gracias
por preocuparte, imagino el susto que te di a ti también…
-Sí.
-Lo
siento, de verdad…
-No
digas eso, es que, bueno… La vida es un regalo Elise. No lo desperdicies.
Su
entrecejo se alteró con el comentario y la acusadora mirada de Edward.
-Yo…
Sí… Eso lo sé muy bien Edward.
-Ayer
me diste la impresión de ser alguien muy positivo Elise… -Y ella esperó que él
agregara algo más, pero luego de una pausa demasiado larga, cambió el tema
completamente.- Y tu familia, ¿vive cerca?
-No
tanto, es un viaje de cuatro horas para regresar a casa.
-Eso
no es nada. ¿Los ves seguido?
-En
realidad no. Estoy en comunicación constante, pero… Bueno, supongo que ellos
hubieran preferido que me quedara más cerca del hogar, pero tengo mis propios
sueños.
-¿Y
qué sueñas Elise?
Su
voz tan seductora e hipnótica la hacía contestar todas las preguntas que le inquiría
sin dudar. No comprendía que estaba confesándole a alguien desconocido, y en
realidad muy peligroso, que estaba completamente sola ahí.
-Quiero
viajar, conocer el mundo. Por eso, el conocerte ayer fue tan interesante.
Él
sonrió con suavidad. Muchos deseaban eso, pero la mayoría terminaban enraizados
en un mismo lugar sin hacer nada en realidad, más que dar excusas para no
moverse.
-Y
entonces… Si lo que quieres es convertirte en un viajero, ¿por qué estabas
viviendo con alguien ya?
-Yo…
bueno… No contaba con eso. En realidad quería irme a una ciudad más grande,
hacer dinero y de ahí lanzarme… Pero, creí que le amaba…
-Sacrificaste
tus planes por él…
-Sí…
Pensé que no importaría, pero a la larga descubrí que no estaba lista para
asentarme aún. Y él también, supongo.
-Viajar
todo el tiempo no es tan glamoroso como la gente piensa Elise, tiene muchos
inconvenientes; especialmente para las mujeres.
-Lo
comprendo, pero haré que la gente me entienda. –Y sonrió encantadoramente para
darle más valor a su afirmación. Su carisma era tan evidente que el mismo Edward
no dudó que le serviría de mucho, si es que en realidad se embarcaba en esa
aventura.-
-¿Y
cómo van esos planes entonces?
-Aún
me falta, pero cada vez estoy más cerca de mi meta. ¿Qué me dices de ti,
Edward? ¿Cuáles son tus sueños?
-Yo,
no sueño Elise… Más bien tengo pesadillas.
-¿Por
qué? ¿Qué te sucede?
-Oh,
no me escuches Elise. Son sólo las cosas que me han tocado vivir.
-Pero…
¿Estás bien?
-Sí.
-¿Es
por esas pesadillas que viajas tanto?
-Sí.
En parte. Además, alguien como yo; no puede quedarse en un solo lugar para
siempre. La inmovilidad me convertiría en piedra…
Ambos
estaban sincerándose completamente el uno con el otro, pero Elise no comprendió
que las palabras de él eran una absoluta verdad y no un anacronismo de su
percepción.
-Lamento
que cosas malas te hayan sucedido Edward.
-No
fueron malas Elise. Fue… Lo mejor que he vivido, pero… Nada es para siempre.
-¿Una
chica?
-Una
mujer Elise, que dio todo por mí, pero no fue suficiente…
Ahí
estaban de nuevo los ojos chocolate contemplándolo de frente, mudos,
decepcionados. En su mente, Edward le sostuvo la mirada desde lo lejos,
contemplando con adoración e incomodidad al fantasma que apareció
repentinamente al invocarle.
-¿Qué
sucedió Edward?
Él
inquirido torció el labio en un gesto sarcástico mientras escogía las palabras
para responder.
-La
vida misma sucedió Elise, y tuve que tomar una decisión por ambos.
-Edward…
Si aún la amas, ¿por qué no la buscas?
-Ella…
Ya no está… Disponible, Elise. Además… Fue hace mucho tiempo…
-¡Oh!
¿Se casó?
-Si…
-Entonces…
Ya no sé qué aconsejarte Edward. Entre matrimonios no hay que meterse.
Él
se enderezó completamente en el columpio y la miró con una sonrisa benévola…
¡Si tan sólo supiera…!
-Así
es, Elise… Soy… El malo de la película, pero tampoco iba a dañarla más…
-Pues…
Espero que al menos, en tus viajes encuentres algún día algo o alguien, que te
ayude con ese pasado. Tú mismo me lo dijiste, la vida es muy bella… No la
desperdicies.
Él
soltó una carcajada al escucharla. ¡Qué dulcemente ingenua era ésta niña! No se
había equivocado al juzgarla el día anterior. La chica poseía una calidez
asombrosa y era muy fácil sentirse a gusto a su lado. Ojalá y no perdiese esa
característica nunca…
-¡Anda,
pequeña! Gracias por el dato…
Ahora
fue el turno de reír de ella y después de un rato concordaron que era momento
de retomar la marcha. La media noche se acercaba rápidamente y el edificio del
estacionamiento aún quedaba a algunos bloques adelante.
Mientras
andaban, Elise no pudo dejar de pensar en lo que él le había confesado. Lo
habían herido, mucho; pero estaba ahí ahora… Quizá… Quizá podría ser su amiga y
ayudarlo…
Cuando
llegaron al acceso del edificio, el encargado nocturno miró con recelo a
Edward, y le recordó secamente a Elise que sólo el conductor podía ingresar por
el auto. Así que se separaron ahí,
brevemente.
Ella
sonreía mientras tomaba el ascensor. Le había hecho gracia que Edward se negara
a aceptar el ofrecimiento de llevarlo hasta su hospedaje, argumentando que no
quería saberla manejando sola de noche por la ciudad más de lo necesario,
además de prometerle el no retirarse de ahí hasta verla partir a salvo. Y
mientras pensaba en lo agradable de sus buenos modales, salió en el tercer piso,
en busca de su auto.
Lo
que no sabía es que él planeaba seguirla nuevamente. Tenía ganas de vigilarla
de otra vez mientras dormía, y con un poco de suerte, ingresar a la casa para
observar sus cosas con calma. Quería saber más de ella y tratar de entender…
Era
muy extraño haber hablado de Bella con alguien. Eran más de cien años que no lo
hacía voluntariamente y en verdad necesitaba descubrir por qué, alguien tan
común como Elise, había levantado el cerrojo de su mente con tanta facilidad.
De
repente, Edward percibió un desagradable nerviosismo en el hombre que lo miraba
tras la vitrina de la caseta. Y no sólo era el repudio natural del
subconsciente de los humanos hacia alguien de su especie… Era… Era... algo más…
Entonces
lo escuchó, el forcejeo arriba, el acelerado corazón de Elise y otros dos, alterados
y demasiado cerca de ella.
Lleno
de furia, miró fieramente al asustado hombre y masculló clara y peligrosamente
una amenaza que cumpliría sin dudarlo.
-¡Más
te vale que ella esté bien!
En
un instante cubrió el espacio que los separaba y frenó a muy corta distancia
para valorar rápida y eficientemente la escena.
Para
cuando Elise ya casi llegaba hasta su sedán y buscaba a la vez las llaves en su
bolsa, dos hombres que llevaban cubremontañas sobre el rostro, aparecieron
repentinamente. El terror fue inmediato, estaba en peligro absoluto y sabía
nada más mirarlos, que sería muy difícil salir ilesa del asalto.
Intentó
correr, planeando abrir la portezuela y encerrarse, pero no lo logró. Con un
violento empujón, uno de ellos la azotó contra el vehículo mientras que el otro
la insultaba y le arrebataba el bolso.
-¡Llévense
el auto! ¡El bolso…! ¡Déjenme ir…!
Uno
de ellos le golpeó la cara cuando intentó suplicar, mientras que volvía a
insultarla y la mandaron silenciar.
-¡Sube
al auto, perra! ¡Y cállate!
-¡No…!
Dispuesta
a luchar, giró sobre su espalda e intentó golpear al tipo más cercano con todas
sus fuerzas, pero el otro asaltante la atrapó por el brazo mientras que el
primero la encañonaba en la cabeza.
-¡Pendeja!
¡Te dije que te callaras!
Elise
escuchó el “click” del martillo de la pistola con suma claridad y cerrando los
ojos, pensó una última vez en sus padres y en cuanto los amaba… El disparo fue
ensordecedor, pero sin entender cómo, no la tocó, a pesar de haber estado
certeramente colocado sobre su piel.
Desconcertada,
abrió los ojos y aún congelada de pánico se dio cuenta de que Edward estaba ahí,
y tenía sometido a uno de los hombres, mientras que el otro; el que le había
disparado, estaba tumbado inconsciente en el piso.
-¡Sube
al auto Elise! –rugió él sin mirarla, esforzándose con toda su capacidad por no
arrancarle la garganta al tipo delante de ella. Como Elise no se movía, tuvo
que repetir su orden con suma frialdad esperando que ella reaccionara por sí
misma.-
-He
dicho que te subas al auto, Elise.
Ella
pestañeó, asustada y en shock, sintiendo un escalofrío recorrerle el cuerpo y
el dolor finalmente azotándola, pero intentó obedecerle como pudo. Sin dejar de
mirar a Edward y temblorosa, abrió la puerta, sólo que no pudo meterse y abandonarlo
ahí.
Edward
suspiró molesto, pero comprendió que en esos momentos Elise no era dueña de sí
y que necesitaba su ayuda de nuevo para poder recuperarse de ésta también; así
que acercó al maleante lentamente hacia su boca y le susurró una advertencia.
-Más
te vale que corras rápido, porque te voy a encontrar, a ti y a tus amigos… Y
cuando lo haga, seré lo último que vean… Adviértele a él también. Nadie quedará
impune…
Y
azotándolo contra el suelo violentamente, le hizo perder el conocimiento.
Elise
estaba pálida como vela cuando llegó a su lado y haciendo acopio de su fuerza y
autocontrol, puso bajo llave al monstruo y la ayudó a terminar de introducirse
al coche. El manotazo le había reventado el labio a la chica y sangraba
profusamente por ahí, pero parecía ser sólo un corte superficial. Aún así,
quería que la revisaran. Estaba seguro que había sido demasiado en una sola
noche para alguien normal, y que ella pronto colapsaría.
-Voy
a llevarte al hospital Elise. Aguanta.
Ella
no respondió y sólo observó cómo Edward se ponía al volante y manejaba con
demasiada velocidad hacia la salida, cruzándose en el camino a un despavorido
empleado que corría en dirección del lugar del asalto. Edward lo fulminó con la
mirada, pero guardó silencio. Ya habría tiempo para saldar cuentas después…
Cuando
el coche llegó a la calle, Elise rompió a llorar finalmente de modo compulsivo.
Edward se debatió entre detenerse y tratar de consolarla o dirigirse lo más
rápido posible en busca de ayuda, y optó por lo segundo. Él era demasiado frío
como para reanimar a una criatura tan suave como lo era ella.
Para
cuando estacionó el auto afuera de la sala de emergencias, Elise aún lloraba,
asustada por todo. Al ser noche de fin de semana, el lugar era un caos, pero
gracias a la persuasión de Edward, el ingreso de ella fue bastante rápido y
pronto se separó de Elise, para ser revisada en un privado.
Él
tuvo que dar parte del intento de asalto con violencia y llenar los huecos que
la versión de Elise seguramente dejaría, achacándolo al miedo y al temprano síncope
en el bar. Así logró desviar la atención del personal sobre sí y guiarlo hacia
el estado de salud de ella, además de que
con eso la obligaría a cuidar mejor de sí.
Las
heridas de Elise eran efectivamente menores, pero el hecho de tomarle muestras
de sangre y hacerle estudios, provocó que en vez de dejar el hospital en unas
cuantas horas, la obligaran a quedarse la noche entera y buena parte del día siguiente
para poder dejar, ese horrible lugar…
----------
Sí, lo sé, tiene cierta
semejanza con el libro, pero en mi defensa les recuerdo que ésta historia está
basada en otro de mis sueños de la época en que estaba totalmente adicta a
Edward. Es obvio que allá, en el 2008, se me filtró al subconsciente la trama
del texto que releí una y otra vez gustosamente pero, hasta aquí acaban las
coincidencias. Elise tiene vida propia y Edward, ha vivido mucho tiempo…
Ojalá les esté gustando, yo ya
le he tomado cariño.
Besos: Sissy
---------
Dedicado a Alexa Cullen. Mis
oraciones siguen contigo…
Y… ¡Ah!, A mí también me
gusta.
“All I need” – de Radiohead.
-
----
* Capítulo escrito el 16 de Mayo del 2013, publicado en Julio 9 del 2013.
Sissy tambien ya le tome cariño y de verdad no importa que se le parezca ni un poquito. la historia esta super!!! me muero por saber que les espera a Elise y Edward. Gracias por compartir tu talento.
ResponderBorrar