PRÓLOGO
Hay un cuento que narra que un día, la
Muerte, abrumada por su soledad y melancolía, decidió convertirse en humano por
un breve tiempo. Quería comprender la naturaleza del ser y descubrir por qué le
temían. Sin embargo, lo que descubrió fue el amor en la forma de una joven, que
amaba la vida, con la misma fuerza con la que se enamoró de él en su identidad
humana.
Muerte, lleno de pasión y amor por esa
hermosa criatura, deseaba no tener que separarse de ella nunca, pero eso
significaba quitarle la existencia a su tierna amada. Finalmente, en un gran
sacrificio, se develó a sí mismo ante ella para explicarle el motivo por el
cual no podían estar juntos.
La joven, no le rechazó al conocer su
verdadera naturaleza, tal era la realidad del amor de ellos; sin embargo, tuvo
que aceptar su partida y los deseos de él de que viviera a plenitud el tiempo
que tenía por delante.
Y así fue que los enamorados se
separaron con enorme tristeza. Esperando con sosiego, el momento de su
siguiente cita, a la cual, ninguno de los dos faltaría; para no alejarse ya
nunca jamás.
Esa fue la historia que él le narró a
Elise, justo antes de que ella descubriera la última verdad sobre sí misma.
SEVEN DEVILS
FLORENCE + THE MACHINE
CAPÍTULO 1
MÚSICA
La
luz del día había cambiado ya a una densa sombra púrpura que avanzaba
rápidamente cobijando los edificios y calles en la ciudad; sólo que de a poco a
poco, esa oscuridad creciente, sería domesticada por las farolas y atractivas
luces de los locales en la zona más turística de la urbe.
Era
sólo una noche de fin de semana más. En un par de horas, los clubs y bares
estarían repletos de gente joven intentando emborracharse y divertirse a la vez
luego de haber terminado una semana de clases o de trabajo.
Elise iría primero por algo de comer en las cafeterías al aire libre que se extendían por toda la calle al cerrar su turno en la agencia del hotel, y quizá después buscaría a su grupo de amigas para salir por ahí. Tenía ropa informal para cambiarse en la oficina y fue feliz de quitarse el uniforme y soltarse el elegante moño francés, para darle vida a su larga cabellera rojiza en un modo bastante desenfadado y sentador.
Ya
sentada en una mesa sacó su reproductor y un libro del bolso. Era demasiado
temprano para nada más… Entre bocado y sorbo, leía distraída. La imagen de su
ex abrazando y riendo feliz con una chica la desconcentraba. Mmm… Quizá sería
mejor si ella no formara parte del grupo de juerga en esta ocasión, no estaba
segura de estar de ánimo para que Lucca se la presentara si es que coincidían
en el mismo lugar. Sí, ya habían pasado tres meses desde su ruptura, y a pesar
de haber sido hecha de mutuo acuerdo, le resultaba muy extraño verlo sonriendo
feliz, con otra.
Tres
meses… La vida seguía, pero por absurdo que pareciera, esperaba que él la
llorara un poco. Sobre todo, después de haber sido novios casi toda la
universidad y de haberse mudado juntos a una ciudad más grande en busca de
oportunidades. Él ahora no era más que un amigo que le resultaba algo incómodo,
¡quizá con el paso del tiempo!, pensó… Pero honestamente, no se le daba la gana volver a encontrárselo
con las manos por encima de toda esa… ¡Esa chica!
¡Hum!
No le vayas a llorar ahora tú a él, ¡por Dios! No vale la pena, se dijo a sí
misma. La vida es demasiado hermosa como para arrepentirse de tontadas… Y
remató la aseveración con un sorbo a su cerveza, tratando de reconectarse con
la última línea del libro que intentaba leer. ¡Se había perdido completamente!
¿Por qué? De repente una voz femenina y poderosa le contestó cantando en sus
audífonos… “Seven Devils
all around me… And now all your love will be exorcised… And
it’s an even sum… It’s a final cry…”
*
Era
una melodía llena de ira y tragedia, muy adecuada para el sentimiento que
quería ignorar. Quizá más tarde y a solas en su recámara, le haría caso, sólo
para sacárselo de encima bailando en su pijama; e imaginando el cuadro, rió por lo bajo. La lectura estaba una vez
más perdida, y el panini, completamente engullido para entonces.
Sacudió
su largo y ondulado cabello –su más adorada joya- y éste cayó como pesada capa sobre su espalda
y su delgada blusa de color marino. Su melena, de un tono rojizo era algo
extraño en la familia ya que se había saltado tres generaciones en reaparecer. Ella había nacido con un cabello pálido y
delgado como pelusa, pero luego de que lo había perdido totalmente a los dos
años, había vuelto a crecer en ese llamativo color. Más tarde, a los ocho, cuando ya estaba más consciente
de la vanidad, sufrió mucho cuando se vio desprovista de él una vez más. Afortunadamente,
y tal cuál como su madre se lo había prometido, había vuelto a crecer con un
nuevo y mejorado cambio. El color seguía siendo igual de extraordinario, pero
ahora era un pelo grueso y ondulado, más similar al de la familia materna, que
al que ella solía tener. De ahí en adelante, le cuidó con esmero y se convirtió
en su orgullo, a sabiendas de lo atractiva y peculiar que éste la hacía.
Elise
torció los labios en un gesto elocuente y condescendiente. Si Lucca estaba
rehaciendo su vida, ella lo intentaría también. La ciudad era pequeña, -millón
y medio de habitantes-, pero no tanto como para no poder conocer a alguien
nuevo. Además, volvió a repetirse, no valía la pena deprimirse cuando la vida
era tan buena para vivirla. Le sonrió al libro y buscó por tercera vez el
renglón en que se había quedado. La canción por fin había terminado y la
siguiente melodía era muy distinta en ánimo y le pareció genial, hasta su
reproductor parecía coincidir con ella en que era hora de darle vuelta a la
página de su vida y… de su libro también. El viento había jugado con él y era
por eso que no encontraba la línea perdida. Luego de escanear rápidamente las
palabras, dio con lo que buscaba y se sujetó a la lectura más tranquila.
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Él
la observó calladamente desde lejos, era la única mesa en que se encontraba
sentada sólo una persona y eso la hacía resaltar de entre los demás. ¿Estaría
esperando a alguien? Miró con mayor detenimiento y al notar la botella
consumida más que a medias y el plato lleno de migajas, decidió que no. Estaba
ahí por su cuenta.
Concentró
su atención en ella y trató de sentirla de nuevo. La expresión de la chica había
pasado de incomodidad, a inmutable tranquilidad; y dado que su vista se había
alejado de las páginas de su libro, seguramente no tenía nada que ver con lo
que leía. Luego reflexionó sobre la música que escuchaba… Era agradable,
melancólica… Adecuada. Finalmente, inspiró
el aire profundamente e intentó aislar algo en particular en él que le era
familiar… La curiosidad aumentó al darse cuenta de qué se trataba y elevó las
cejas sorprendido. ¡Luego de tanto…! ¿Sería posible? Volvió a mirar a la joven
y se decidió por fin. Tenía tiempo para ello, tenía todo el tiempo que él le
quisiera dedicar; y sonrió torcidamente con un dejo de sarcasmo, rápidamente
superado.
Con
paso que simulaba duda, caminó en su dirección y se situó frente a ella.
-Hola.
La
chica elevó la vista al escuchar la voz por encima del susurro de su música y
se sorprendió al mirar a la persona de quien provenía. Era un joven demasiado
atractivo, dueño de unos ojos impactantes y casi desprovistos de color por la
claridad de la aguamarina mirada. Alto, pálido y de hombros anchos sin ser
corpulento, resultaba llamativo a más no poder.
-¿Hola?
Contestó
ella extrañada. Estaba segura de que era extranjero. Alguien así no pasaba
desapercibido, no importaba el círculo social en que se moviera. El cabello del
extraño era magnífico; abundante, rebelde y en un color castaño claro algo
broncíneo coronando desenfadadamente el maravilloso rostro. Como él le sonreía
amablemente, ella optó por zafarse uno de los mini-audífonos para atenderle
mejor.
-Disculpa
que te interrumpa, pero… -La sonrisa apareció en el rostro masculino y juvenil
y casi hizo que se le cayera la mandíbula a Elise al mirarlo. ¿Cómo era posible
que un hombre fuese así de hermoso?-.
-¿Sí?
–Sonrió ella a su vez, impresionada por primera vez en su vida ante un joven
tan perfecto como éste.- ¿Se te ofrece algo?
La
mirada de él brilló por un momento, juguetona, pero ese reflejo desapreció tan
rápido como se había asomado a los ojos y se recompuso en amabilidad.
-Es
que… Quería preguntarte si te importaría compartir la mesa conmigo. No parece
que alguna se vaya a desocupar pronto y tengo un rato esperando…
Él
le volvió a sonreír con lo que pareció un dejo de coquetería y Elise, aunque
algo desconcertada al no ser esa costumbre muy practicada aún en la ciudad, se
animó a romper el esquema y lo invitó a
sentarse con un gesto de la cabeza; de cualquier forma, estaba ella a punto de
marcharse.
-Sí,
supongo que sí… Ya iba a pedir la cuenta de todas maneras.
Él
le sonrió y Elise sintió que la mente se le paralizaba con ese gesto mientras
que él se inclinaba para arrastrar la silla opuesta y sentarse frente a ella. -A…
Edward. –Corrigió él prontamente, y le pareció a ella que sólo había sido un
ruido nervioso al presentarse.-
-Elise.
Al
estrechar la mano que él le tendió se sintió algo incómoda con el escalofrío
que le recorrió la espina al notarla muy fría. ¡Sí que había estado largo
tiempo al aire libre! Su temperatura distaba mucho de ser agradable al tacto.
-Gracias
por esto, Elise. ¿Te interrumpo? Si quieres regresar a tu lectura e
ignorarme, no hay problema, ¿de acuerdo?
Ella
sonrió, cordial. Eso era un buen gesto de su parte. Evaluó la propuesta un
instante y luego tomó su separador de páginas y lo puso sobre la hoja antes de
que fuese a perder la marca de nuevo.
-¿Vas
a leer también?
Él
sonrió sin mostrar los dientes, inclinando el rostro en complicidad.
-Podría
hacerlo, si gustas…
Elise
rió alegremente, y su risa tan limpia tomó por sorpresa al desconocido, quién
le escudriñó el rostro buscando algo más en ella.
-Nah…
Ya mucho esfuerzo hiciste al atreverte a hablarme, así que… No eres de por
aquí, ¿verdad Edward?
Él
sonrió guardando la risa en la garganta. También era amable la chica, bien;
pensó con agrado.
-No.
Estoy de paso, me gusta viajar.
¡Un
trotamundos! Quizá eso explicaba el aire espectacular que se traía encima él.
-¿Estas
lejos de casa?
-Bastante.
Nací en Chicago, pero hace mucho tiempo que lo dejé atrás. Creo que para hoy,
no tengo en realidad lo que se dice un lugar fijo de residencia.
¡Wow!
Aquello sí que era interesante. En el hotel había conocido de todo en el año en
que llevaba trabajando ahí, pero nunca a alguien con esa práctica de vida.
-Y…
¿Qué te trajo por acá Edward?
-Al
parecer, los recuerdos…
Elise
elevó las cejas extrañada, ¡vaya si era críptica la respuesta!
-¿Ya
habías estado antes en la ciudad?
-No.
En realidad no, pero seguí mi olfato y creo que no me falló.
Elise
rió con la analogía y lo miró divertida.
-Pues
celebro que te guste.
-¡Oh,
yo no estaría tan seguro de ello! Pero ya habrá tiempo para averiguar todo.
-¿Siempre
hablas así de extraño?
Ahora
fue el turno de él de hacer un gesto de admiración y soltar luego una risa.
-Sí,
a veces… Lo siento…
Mmm…
Usualmente la belleza está sobrevaluada por el cerebro, y al parecer es el
caso, pensó Elise; pero supongo que con una cara así, puede salirse con la suya
aún siendo un completo raro; concluyó ella en su silenciosa reflexión.
-¿Te
marchas ya Elise?
Inquirió
él cuando el mesero se acercó con la cuenta que hacía unos instantes ella había
pedido.
-Sí…
Me están esperando… -No supo porqué la mentira, pero algo la increpó a
decirla.-
-Oh…
Bueno… -Y le lanzó una mirada de desconsuelo, que barrió en un instante el
deseo de marcharse de ahí de ella.- Disculpa Elise, pero eres la primera
persona que conozco en la ciudad y supongo que me gustaría preguntarte algunas
cosas, si no te importa…
No
supo bien como, pero se quedó, y pronto se vio envuelta en una agradable
conversación con el extraño que pasó, de buenos lugares para comer o escuchar
música, hasta la confesión de divertidas anécdotas tanto del trabajo de ella,
como de aventuras de él.
-…Debes
haber empezado a viajar muy chico Edward. –Él la miró evaluativo, pero no habló-
Tienes muchas interesantes correrías en tu historial…
-Mmm…
Lo de joven es muy subjetivo Elise, pero se podría decir que si… Aunque a
veces, supongo, he deseado haber podido llevar una vida completamente normal.
-¿Y
por qué no vuelves a casa?
La
suave sonrisa de él se tornó nostálgica y calló por un momento, evidentemente
recordando algo querido.
-Eso,
ya no es una opción Elise.
Automáticamente,
ella se sintió mal al oírlo, ¿qué le habría sucedido?
-¿Ni
siquiera por un tiempo?
-No…
Ya no pertenezco ahí. Además, mi padre… -e hizo énfasis en ésa palabra con una
pausa hasta en su pensamiento- Él está bien con su pareja… Ella es, adecuada
para él… Ambos entienden que yo necesito vivir mi vida así, lejos…
-¿Hace
mucho que los viste por última vez?
-Podría
decirse, pero todo es relativo… No te preocupes por mí Elise, ¿sí? -añadió él, casi leyéndole el
pensamiento- Quizá algún día… Por ahora, esto, está bien.
Ella
no quiso indagar más y aceptó sus palabras. Mucho había confiado Edward en ella
ya, el respetar su silencio era lo más correcto en esos momentos, así que
cambió el rumbo de la conversación sin dudar.
-¿Oye,
y cómo lo haces? Es decir…
-¿Para
sobrevivir?
Ella
rió de nuevo, de un modo tan encantador, que fue contagioso y al hallarse a sí
mismo haciendo eco de la traviesa risa de ella, pensó en lo agradable que eso
se sentía. ¿Acaso….? Cortó el rumbo de sus pensamientos y se concentró en la
respuesta.
-Bueno,
cuando me quedo en un lugar busco un empleo sin importar el giro… -Se encogió
de hombros con un guiño.- Si aceptas lo que usualmente nadie quiere, siempre
encuentras… Para hoy, puedo bañar a diez perros y acicalarlos en menos de dos
horas, o preparar una cena para cincuenta sin gran dificultad…
Ella rió con más ganas
al oírle.
En
un instante la comezón estuvo de nuevo
ahí, recordándole el sueño de empacar una maleta mínima y vivir así, sin
ataduras de ningún tipo… Aún le faltaba un poco más por ahorrar para poder
intentarlo; pero por mientras, tener a un ejemplo en persona, resultaba
fascinante. ¡Sólo que aquella información no sonaba tan glamorosa como lo había
imaginado!
Aunque…
Volvió a evaluarlo con la mirada y decidió que con esa apariencia tan perfecta,
era difícil imaginarlo en algo que no
fuese adecuado para su aspecto. Luego de ese pensamiento, se rió para sí misma
y desechó la imagen de él modelando ropa interior en un espectacular a veinte
metros sobre el suelo.
-¿Un
centavo por tus pensamientos, Elise?
-No
lo creo… Lo siento Ed. –Y soltó una
carcajada alegre mientras que él sonreía brevemente. Los ojos de él no
cuadraban con la expresión de sus labios; más bien, denotaban curiosidad.
-Oye
Elise, no es por nada, pero… ¿No dijiste hace más de una hora que te esperaban?
¿No crees que se vayan a preocupar por ti?
Ella
abrió los ojos ampliamente, agitada por su propia mentira, y se instigó a
pensar una excusa rápidamente.
-¡Oh,
por Dios! ¡Tienes razón! Discúlpame un momento, déjame enviar un mensaje para
explicarme… Seguro entraron al cine sin mí…
-Lo
lamento Elise, no quería retenerte tanto…
-No…
Fue cosa mía, se me pasó el tiempo simplemente….
El
mensaje al destinatario imaginario lo escribió pronto, y del mismo modo,
recibió una respuesta gracias a una aplicación que ella tenía en el teléfono
para sacarla de citas incómodas. ¡Vaya con las cosas que uno podía encontrar en
línea!
-¿Todo
bien?
-Si…
-Y se mordió los labios nerviosa… Antes de poder contenerse, se escuchó a sí
misma soltar una velada invitación- Me esperarán en un bar luego del cine…
-Oh…
-Él sonrió un segundo, captando la indirecta.- ¿Vas a ir? ¿Es un buen sitio?
-Pues…
No pensaba hacerlo… Estoy algo cansada –esa última parte era verdad-, pero… Sí,
bueno, es un club que a mí me gusta. Tiene personalidad y la música es
excelente…
-Y…
¿oye, me tomarías por un pesado si me invito a acompañarte un rato?
¿Qué estaba diciendo?, se preguntó
Edward. A él no le gustaban mucho los lugares ruidosos, le aturdían tantos
estímulos al mismo tiempo y a veces, se alteraba demasiado de un modo poco
conveniente para todos los presentes.
Lo mejor era retractarse de inmediato.
Siempre podía seguirla y hacerse el encontradizo de nuevo. No iba a dejarla ir
tan fácilmente, ella tenía demasiadas cosas que él no entendía a pesar de haberla
descifrado casi de inmediato y además… ¡Alto! ¡Mantén el control! No es bueno
hacerse expectativas, se dijo en silencio; dale una oportunidad a la niña…
-Pues… -ella se mordía el labio
debatiéndose, ¿y si…?-
-¡Oh, Elise! Discúlpame, he sido un
pesado. ¿Por qué no me dices el nombre del lugar?, y si volvemos a coincidir,
me encantará invitarte algo por arruinarte el cine.
¡Uf! De inmediato se sintió aliviada,
pero al mismo tiempo decepcionada… Si por alguna locura, se animaba ella a ir
sola allá y fingir un encuentro casual con Edward, sería divertido; pero dudaba
que, si se levantaba de ahí en seguida, volviese a cruzar más de un saludo con
él.
-Es el
“Le Rêve”, no está muy lejos de ésta zona… -Ella replegó los labios aún
indecisa, pero ante el evidente escape de él, sólo agregó,- Ojalá sea de tu
agrado… Yo, no sé si vaya en realidad. Depende de algunas cosas también.
-De acuerdo, el “Rêve”, bien… Pues
gracias por todo Elise, ha sido un placer compartir la mesa contigo. Espero no
te arrepientas de haberlo hecho…
Lo extraño de esa última frase, pensó
ella, fue que no agregó un “tampoco” para cerrar. Dicho así, parecía que él le
daba la opción de alejarse y la desconcertó de nuevo. Lo cierto era que se
había sentido muy cómoda a su lado. Los modales de Edward eran perfectos y
resultaban extraños en su vida tan desarraigada… Quizá era que él era así simplemente, quizá era que la buena cuna no
se podía borrar… Pero el hecho era que el chico le atraía, por encima de lo que
el nerviosismo que su toque le provocó de nuevo, al darse las manos una vez más
al despedirse.
Cuando se dirigió al estacionamiento
para recoger su auto, Elise seguía enganchada con el bello hombre de voz
perfecta y aterciopelada expresión, con el que se había topado.
Jamás se dio cuenta que no llegó sola
a casa. Y que él, veló su sueño desde afuera, largo tiempo esa noche.
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Aquí está, el primer cap. de
la nueva historia. Me ha tomado mucho escribirlo, porque éste, como pueden ver,
es un cuento muy distinto. Más tradicional, más oscuro; ya veremos si nos gusta sobre la marcha. Y sí,
es otro de mis locos sueños de entonces… Cuando leer Twilight era como una
adición. ¿Se acuerdan de esa sensación, chicas? Los ojos de Edward mirándote
dormir y deseando poder leer tu mente…
Cariños: Sissy
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MUSICA: FLORENCE
+ THE MACHINE: “Seven Devils”;
* “Seven Devils all around me… And now all your love will be exorcised… And
it’s an even sum… It’s a final cry…” ---- “Hay
siete demonios rodeándome… Y todo tu amor será exorcizado… Y es un balance
parejo… Es un último llanto…”
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* Capítulo escrito el 14 de abril del 2013. Publicado en Mayo.
Pues tu nueva historia me ha enganchado me imagino su sonrisa traviesa. (me encantaria saber que el me esta viendo y siguiendo jajaja)
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