EPÍLOGO
LA VERDAD DE ROBERT
Estoy
metido en un lío. Tengo demasiadas cosas en la cabeza para limitarme a algo tan
breve. ¿Cómo voy a lograrlo? Podría estar aquí toda la noche y aún así no
acabaría. Solté una carcajada nerviosa burlándome impasiblemente de mí, los discursos
nunca habían sido mi fuerte y volví a reír entre dientes. ¡Oh bueno!, al menos
esta vez sí voy a entender lo que está pasando. La anterior me reduje a repetir
lo que me decían lo mejor que pude y a ser feliz, pero en ésta ocasión sí que
tengo que mantenerme controlado.
¡Ay,
Nin!, -me quejé- ¿cómo voy a limitarme a un pedacito de papel para decirlo todo?
La sonrisa se me torció de nuevo en el rostro al preguntarle al aire en vez de
a ella por la respuesta y me sonrojé muy divertido y algo avergonzado al
saberme completamente sólo en mi dormitorio de niño. ¡Ah! -agregué rebelde-,
¡Pero cómo me hiciste sufrir por ti mujer! Luego miré al techo y esbocé otra
sonrisa incrédula, sí que eres un bastardo suertudo Pattinson, tener todo luego
de tanta idiotez… Alguien debe quererte mucho allá arriba, seguro. Y esta vez
sí que me reí de buena gana en la privacidad de mi cuarto. No sabía cuánto
tiempo iba a estar ella afuera, paseando por ahí con sus padres, y aunque la
extrañaba, no me molestó saber que no la vería hasta el día siguiente a pesar
de que tenía muchas ganas de estar haciendo otras cosas con ella en vez de
tener que escribir eso.
Mi
Nina… Evocar su rostro, su risa y… bueno… -reí morbosamente-, todo lo demás; me
provocaba un alegre nerviosismo por lo que el momento actual implicaba. Visualizarla
vestida de blanco y radiante de felicidad por pertenecernos de éste modo era algo
que jamás esperé sentir tan cursimente. ¡Si alguna vez vuelvo a filmar una boda…!
pensé con sorna. ¡Qué gran diferencia entre la realidad y esa cosa!
Cómo
me alegraba de haber usado las pelotas con que había nacido para decidirme a
regresar ahí y hacerla escucharme de nuevo. Bendita cabreada que me entró
contra mí mismo por acobardarme con sus lágrimas y su voz llorosa. Casi me
enfurecí cuando creí que se escapaba de su propia casa con tal de evitarme. Tenía
una cara de pasmo que sólo pude interpretar para mal. Recordar esa imagen me
hizo tragar saliva. Sí, era un momento satisfactorio, pero a la vez peliagudo.
¡Qué bien hice en volver!, me volví a congratular. Nin piensa que esa
motivación ya se mermó con la estabilidad que logramos, pero se equivoca. Soy
muy necio y no voy a olvidar, ni siquiera por la vergüenza que ello me provoca…
Miré
el traje que colgaba afuera de mi pequeño closet de soltero y sonreí
torcidamente sin darme cuenta. Te casas mañana Pattinson…. La risa sacudió mis
hombros. ¿Por qué no lograba parar de hacer eso? Ponerme serio siempre me
costaba mucho. Menos mal que ella podía casi siempre con mis tontadas. Me
sentía muy ufano de verla rendirse al hacerla reír cuando llegábamos a reñir.
Si. Tenía mucha suerte….
Hum…
Resoplé sobre el lápiz que sujetaba en mi mano cerca de mi boca, yéndome por
otra reflexión. Lo cierto es que sí que me porté muy mal con ella desde un
principio. No fui más que un caliente con ganas de ponerle la mano encima desde
que capté que le gustaba, pensé mientras entrecerraba los ojos y hacía un gesto
extraño con la boca. Debí haber notado que algo más estaba pasando cuando, con
lo tacaño que soy, preferí pagarle su boleto en primera que dejarla ahí.
¡Es
que eras un zorro entonces Pattinson! Reí con travesura entre dientes al
admitir eso.
Bueno,
me excusé ante mí mismo, ella insistía mucho en pagarme de algún modo lo del
avión. Besarla era una buena manera de cobrarme, ¿no? ¡Y luego Arturo! Casi me atraganté
de risa al recordar su cara tan seria y amenazadora en su living. ¿Cómo se le
ocurrió decirme que no me fuera a meter en la cama de Nin? A partir de ahí sólo
me podía imaginar cómo se vería ella desnuda a mi lado… Reí con malicia y
satisfacción. ¡Mierda si es que he tenido mejor sexo con nadie, ni antes ni
después de ella! Creí que sólo iba a ser una amistad con beneficios pero, la
incomodidad me noqueó cuando la muy tonta me pidió que la apoyara mientras me contaba
todo sobre el pedazo de estiércol ése de Imanol. ¡Cómo odié imaginarla con él! Ahí
mismo se me escapó la verdad y me sentí muy a gusto de reclamarla para mí.
¡Zorro!
Me reproché ahora sí muy en serio. Menos mal que no le saliste luego de
acostarte con ella con lo de casarse contigo, como le decías a todas las otras.
Seguro que con todo lo que sabía de mí y de mis burradas, hubiese exigido mi
cabeza si mí prefabricada línea de galán no se hubiese quedado prudentemente callada.
La risa nerviosa se me salió de nuevo mientras me mordía la lengua. Eras
terrible Pattinson. ¿Cómo es que te aguantó todo eso ella?
Mordí
el lapicito con el que jugaba desde hacía ya rato entre mis dientes. El papel
donde se suponía debería estar usándolo lucía muy maltratado de tanto borrar y
corregir. Elevé mis cejas preocupado al darme cuenta de eso y me prometí no
volver a escribir nada hasta que lo tuviera de verdad listo.
Hum…
mi padre supo que mi madre era la indicada de un modo mucho más claro que yo. El tenía veinte y cinco cuando la
conoció, y yo veinte y tres cuando a Nin, pero... Supongo que podría ser una
cosa de generación… O quizá la complicación que fue mi trabajo… Hum, volví a
rezongar… Yo no quise admitir que estaba seriamente loco por ella. Sé bien que
por ese miedo que me dio aceptar la idea, me dejé convencer tan fácilmente por
su hermano que alejarme de ella, era lo mejor para Nina.
Idiota.
Torcí
el labio y de repente sentí el ansia de fumar. Aún no podía superarla del todo
y me seguía sintiendo muy estúpido al usar el dichoso cigarrito electrónico. ¡Aguántate
y concéntrate chico! Así, con tantos pretextos, no vas a terminar nunca.
Luego
de añorar en mi lengua el sabor del tabaco, tragué saliva y sacudí los hombros
para alejar el antojo. Por puro impulso, me puse de pie y busqué el vaso de
coca-cola que tenía por ahí para beber un poco. De repente mis cejas se arquearon
ante un pensamiento nada nuevo pero sí dejado de lado hacía rato. Quizá y el recordar
lo que pensé en ese entonces, me ayudaría con mis votos... Dudoso, y nuevamente
mordiéndome la lengua, me metí en la incómoda labor de revivir mis burradas.
En
el siguiente trago noté que el hielo en el vaso hacía rato que se había
derretido y la soda sabía un poco diluida, como esas memorias. Por enésima vez,
pero con motivos distintos, me cuestioné: ¿Y si la hubiese alcanzado a tiempo
aquella vez en San Diego? ¿Y si nunca me hubiese acobardado? ¿Cómo hubieran
sido las cosas? Comparé con honestidad el quién era yo entonces y el cómo me
sentía ahora y no sin perturbación, acepté que no tenía idea si todo hubiese
funcionado tan bien como lo hacía hoy.
En
aquél tiempo me había dejado llevar por la fama que Cullen me había regalado.
Sí, aún era yo… Bueno, corregí; casi yo mismo cuando conocí a Nin, pero… También
estaba demasiado ocupado siendo el galán idiota de cine en privado como para reconocer
la verdad. Es decir, sí que se me hacía ridículo que me catalogaran como el
rompecorazones de Hollywood -¡y creo que nunca me va a cuadrar ésa etiqueta!-,
pero la verdad es que debajo de todas esas declaraciones de vergüenza y negación
que hacía al respecto; mi ego estaba fascinado. Tenía a la chica –Kristen-, la
fama, el dinero y el éxito y; lo había logrado tan repentinamente que era muy
difícil procesarlo. ¡Por supuesto que se me había ido a la cabeza! ¿Cómo iba yo
a valorar a Nin cuando estuvo enfrente de mí? Tuvo ella que abandonarme por
completo en el peor momento, para comprender lo que en realidad valía la pena.
Kristen….
Torcí el gesto con desagrado. La verdad era que pensar en ella no era ameno, ni
necesario, pero siempre sería una parte de mi pasado y de un modo sinuoso ella
había sido determinante para que Nin y yo cruzáramos caminos. ¡Ojalá y la
hubiesen atrapado en sus cosas mucho antes! Quizá así, cuando estuve con Nin en
casa de Christopher la hubiese retenido para mí. ¡Ah! ¡No! Pero yo fui el
idiota que quería demostrarme a sí mismo que era una persona decente a pesar de
estar siéndole infiel a su novia y me amilané, una vez más.
¡Qué
ridículo! ¿En dónde está la lógica en eso Patzz? Mejor admite que eras un
cobarde. Si hubieses querido hacer las cosas bien, no te hubieses ido a ocultar
a casa de los Campbell, ¿verdad? ¡Mira que sí existe el karma! Mientras tú
estabas declarándole y haciéndole el amor a Nina a escondidas, Kristen follaba
al mismo tiempo con Rupert. ¡Qué asco! ¡Qué torcido!
Sentí
la molestia subirse por mi pecho hasta la mandíbula y por fin logré que se me
fuera la risa de la cara. Pensar en ello siempre me disgustaba. Qué convexo y
absurdo… ¡Qué bestia!, me dije con enfado. ¿Cómo pudiste escribirle tantas
cartas y no captar antes que estabas enamorado? La única vez que se lo dijiste,
estabas borracho, así que cuando releíste lo que le habías enviado, aunque impactado;
te excusaste en el alcohol y te encogiste de hombros ignorando voluntariamente
la verdad que habías expresado.
Aún
era incrédulo cuando me la había llevado a la finca tratando de revivir aquel
verano y me asusté mucho por la magnitud de lo que, efectivamente, me sacudió
al volver a tenerla. Era como si nunca nos hubiésemos separado y todo fuese
perfecto a su lado. Excepto que no lo era.
De
repente sentí que tenía una epifanía y me paré como idiota. ¡Oh, sí! Creo que
por fin lo estoy entendiendo, sí… Yo estaba en el mismo lugar en que ella
cuando dudaba si volver con Imanol o no. No es que sintiera que Nin no fuera adecuada
para mi, ni Kristen en su defecto; porque entonces yo aún no sabía nada de su
lío con Rupert, pero… Por fin entiendo la indefinición que la agobiaba cuando
la conocí. El miedo de dar un paso, porque parecía haber sólo un escabroso vacío
alrededor. Soltar a Kris… Quedarme con Nin, así, sin pausa alguna…
Se
lo dije, no sabía por qué la amaba tanto si apenas la conocía. ¡Al menos tuve
la decencia de descartarle en voz alta que no era sólo por sexo que estaba como
obsesionado con ella; pero… sinceramente, sí que íntimamente me tenía a sus
pies por ello! Demasiadas veces estuve con Kristen pensando y comparándola con
su recuerdo. ¡Qué bajo Patzz! ¿Cómo pudiste ser tan imbécil? Debiste terminar
con ella cuando deseabas lúcidamente a otra. Pero tuviste miedo, te pagaban muy
bien por algo que además te era cómodo. Estar con Kris era rentable para la
Summit y un plus para la relación. Exhalé aire arrepentido luego de esa bochornosa
afirmación, debí ser más maduro y actuar conforme me dictaba mi conciencia. Pero en vez de eso, siempre esperé que Nin nos
guiara mientras duraron nuestros e-mails.
Deseaba
que me dijera que me quería, tener algo seguro para lanzarme en pos de ella; pero nunca lo hizo, siempre
respondía con una deliciosa agudeza de cachorrito enfadado que me provocaba más
a buscarla. Fue sólo cuando por fin se decidió a cortar la comunicación, que insinuó
que aún sentía algo por mí, y presentí que todo lo que había logrado revivir en
ella se me iba de las manos.
Estaba
atónito cuando leí su última respuesta. Una vez más ella me había dado con
guante blanco en todo el rostro respecto a mi indecisión y me sentí
desesperado. Nin desapareció a pesar de mis ruegos y estuve muy mal durante esos
meses.
Recuerdo
que Kristen me miraba extrañada y me preguntaba qué pasaba, pero yo sólo
rumiaba por lo bajo y me dedicaba a tocar la guitarra con una cerveza
acompañándome al iniciar, y usualmente cerraba con algo de whiskey. Kris no
presionó demasiado sobre mi estado de ánimo y se lo agradecí. Pensé que era
mucho más intuitiva de lo que creía y sabiamente me dejaba en paz; pero ahora
creo que se dio perfecta cuenta que me estaba alejando y le entró pánico. Su
actitud pública cambió mucho. Empezó a aferrarse más a mí, a ser más cariñosa y dejó de lado sus vestidos
cortos de chiquilla para cambiarlos por trajes de gala que la hacían lucir más
glamorosa y mujer.
Como
creía perdida a Nina, intenté de verdad demostrar que apreciaba sus detalles, y
cuando soltó lo de nuestro noviazgo a la revista GQ, me quedé pasmado y traté
de acatar la petición de Nin de respeto para ambas. El único reparo era que
estando con Kristen, seguía recordando a
Nina en la cama. Por primera vez acepté honestamente lo completamente insano
que eso era y medité sobre hacer lo
decente y terminar con Kris. El correo de Aarón vino a sacudir mi consciencia
cuando llegó bajo esa coyuntura.
Todo
parecía caer en su lugar cuando supe las fechas en que ella estaría en Londres
y pronto me agendé para hacer a Nin admitirme de frente que aún me quería. Con Kristen
ocupada en locaciones yo sería libre para volver a verla, e inclusive seducirla
si era necesario, para hacerla olvidar a ese odioso orgullo suyo. Además, yo
también necesitaba todo el tiempo y la privacidad posible, para descubrir
porque me había trastornado tanto por
ella... Pero nunca lo tuvimos, nunca pudimos tener algo normal, no hasta que me
decidí a lograrlo, le pesara a quién le pesara.
No
me había dado cuenta la angustia que toda ésta elaboración de ideas me estaba
causando hasta que hice una pausa y noté mi respiración superficial. Pestañeé
varias veces para alejar los miedos de esos días y bebí un trago más en mi boca
seca de saliva. ¡Demonios! ¡Nuestro Londres sí que fue intenso! Quizá una
cerveza me caería mejor, pero no… Prometí no beber la noche anterior a la boda.
Mmm…
Pattinson… Agregué con incómoda decepción, tu vanidad te jugó en contra una vez
más. No te creías la existencia del tal Aarón y la cólera de Nina te quemó, -¡y
por sorpresa!-, hasta el fondo. Hasta trastocarte completamente y llegar al
extremo de lo que nunca pensaste ser. No recordaba ninguna otra ocasión en que
el alcohol me hubiese vuelto violento y esa memoria me resultaba muy
vergonzosa. Usualmente cuando se me pasaban las copas era un borrachín ameno y
coqueto, pero en esa ocasión me volví un animal.
Pelearme,
acecharla, atacarla… Me detuve por completo al revivir las espantosas acciones
de esa noche mordiéndome los labios, muy preocupado. ¡Nunca más! Caminé en
círculos en el reducido espacio sabiéndome agitado por esas acciones que aún me
perturbaban. Los celos son peligrosos, me dije concienzudamente, ¡ambos tuvimos
mucho que superar!
Aunque
todo hubiera terminado bien y con el sexo más poderoso de mi vida, también era
algo que me deshonraba profundamente. Aceptar ese evento como una pieza más de
mí capacidad, había sido muy difícil; pero hacerlo era parte de madurar y el de
haber podido llegado a éste momento en que estábamos finalmente juntos. Exhalé
aire resignado, recordándome hacer las paces con ese día, pero jurando no
volver a actuar así en mi vida.
Y
ya confesando vergüenzas… ¡Qué mal me sentí porque me pillara esa madrugada con
Kristen gritándome por el teléfono! El cerebro se me paralizó cuando K me
reclamaba. ¿Cómo se había enterado? Creí que había hecho todo con el suficiente
cuidado para que ella no tuviera que salir lastimada por mi indecisión y… Me
estaba gritando todos los insultos que me merecía por la bocina cuando Nin
abrió la puerta. ¡Mierda! ¡Qué lío había creado!
Si
mi maldito carácter no se hubiese interpuesto, quizá hubiese tomado la decisión
correcta, pero, ¡no! La cerrazón de Nin a escucharme, a orillarme a dejar a
Kris sólo provocó que me aferrara más a lo que yo creía correcto. A hacer las
cosas a mi modo. Me cabreó sentirme presionado e hice lo que mi estúpido mal temperamento
me dijo.
Sentí
que me asfixiaba, que tenía el agua hasta el cuello cuando la dejé partir, pero
aún así me aguanté. Creí que mi lealtad se debía a Kristen y no quería lastimarla
de esa forma tan vil. Por eso huí de mi país unas horas después, intentando
tranquilizar y demostrarle a Kris que estaba solo y que se equivocaba, al exponerle
que no importarme poner un continente de por medio, entre sus nada erradas afirmaciones
y yo.
Durante
esas muchas horas de vuelo, me asaltó un sentimiento tardío de rectitud para
con Nina y aún con todo y mi despecho, busqué protegerla intentando desviar
cualquier pista sobre su identidad. Se me ocurrió llamar a Sarah, quien no era
exactamente una amiga cercana de Kristen, sino más bien una conocida y de
quien, calladamente, se sentía insegura. La invité a cenar a un lugar bastante
público. No me equivoqué sobre ella. Al final de la velada hubo paparazis
persiguiéndonos. Sarah Roemer no iba a dejar pasar la posibilidad de un poco de
publicidad gratis. ¡Pobre chica! Me sentí sólo un poco culpable por manipularla
para mi beneficio pero, a fin de cuentas, también le había hecho un favor y… Si
alguien mencionaba haberme visto con una rubia en Londres… Obvio, Kris no se
dejó engañar por mi jugada y se tornó aún más incisiva.
Qué
difícil fueron los meses subsecuentes a Nin. Dados los celos de Kristen y sus
constantes miradas de desconfianza no tuve más remedio que permanecer a su
lado. En los peores momentos amenazó fieramente con destrozar a la ramera que
se estuviese metiendo conmigo y le creí a pies juntillas. Me alegré mucho de
haber hecho algo por despistar a Kris sobre Nin, y reconocí luego de las navidades que, aunque ella
me había plantado; también había tenido la razón.
Puse
todo mi esfuerzo en hacer feliz a Kristen cuando las aguas se calmaron;
resignado a aferrarme a la resolución que había tomado meses atrás, donde los Campbell.
A pesar de que también llegué a comprender que eventualmente dejaría a Kris y
tendría que rehacer mi vida con alguien más… Que tampoco sería Nina.
Bendito
festival de Cannes. El éxito de mi apuesta por Cosmopolis me fue de mucha ayuda
en mi bajo ánimo emocional y me llené de euforia con esos ocho minutos de
aplauso en la Alfombra Roja junto a Cronenberg y los demás actores. Si soy
sincero, creo que sólo me mantuve sobrio para la proyección, pero el resto del
tiempo que estuve ahí bebí como adolescente, nervioso hasta el pelo. No sólo
era la presión de la crítica; sabía que Nin vería mis fotos, y con Kristen ahí
también, tuve que tragarme mis conflictivos sentimientos para dar paso a sus públicas
muestras de afecto. Tener remordimientos de que me viera con mi novia era
absurdo, ¿verdad?
Parado
ahí, en las escalinatas y con Kris impecable rodeándome con sus manos bajo la
montaña de flashes, tuve que recordarme que Nina me había rechazado y que
estaba intentando respetar su decisión... Cuando el día terminó, yo estaba tan
briago como podía estarlo. Por primera vez en todos esos años nos dejé
fotografiar en los balcones de un restaurante siendo afectuoso con ella y
besándola en su frente. Más lejos, no podía llegar. Era como seguir hiriendo a
Nin y aunque ebrio, esa idea me dolió mucho.
Luego
de Francia, Kris era toda felicidad y gentileza. No me celaba más. Hacía su
vida y me dejaba hacer la mía. Su Blockbuster, Blanca Nieves, iba viento en
popa y recaudando mucho dinero y ella no paraba a causa de las entrevistas y
publicidad pre y post lanzamiento de la misma, además del ruido que estaba
haciendo su otro filme con el cuál habíamos competido en Cannes. Me alegré por
ella y al verla tan fuerte, me sentí
menos culpable por seguir planeando el momento perfecto para poder terminarla,
esperando lograrlo en los mejores términos posibles. Quizá en Noviembre, luego
del último film que nos unía… Mi manager me estaba buscando ofertas y varias de
ellas me daban la posibilidad de filmar en locaciones lejanas y esa distancia
podría ser la excusa perfecta para dejar enfriar la relación y concluirla
eventualmente.
De
repente, en Julio, estalló la bomba. Al estar acorralada por la revista US, su
gente logró 36 horas para poder prepararse sobre el asunto Rupert… Planear la
estrategia intentando protegerla de su estupidez, hablar conmigo y, para soltarme en la cara que hacía mucho
que sabía que yo también le había sido infiel al haber leído el último e-mail
intercambiado entre Nina y yo. Trató de escudarse en ello para explicar sus
acciones, planteándolo como una revancha a causa del despecho pero… Su historia
no cuadró con la realidad.
¡Cómo
la odié en ese momento! Todas sus lágrimas, excusas y amenazas no me sirvieron de
nada. Me sentí el idiota más grande del planeta. Tenía meses procurando no
herirla y ella me salía con eso. ¡Oh! Y fue peor, cuando amigo de mayor
confianza, Tom Sturridge, tuvo el tino de confesarme el cómo la había
descubierto coqueteando abiertamente con Garrett Hedlund y practicando varias
veces, en la privacidad de su tráiler, la escena de sexo que tenían ellos dos.
Me reveló que por eso se había mantenido pegado a ella durante Cannes, para
vigilarla. Para que no lo hiciese de nuevo bajo mis propias narices.
Me
sentí muy herido. Incapaz de confiar en nadie. ¡Aquello era aún más antiguo que
lo de Sanders! ¿Cómo era posible que mi mejor amigo me lo hubiese ocultado? Si
hubiese sabido de Kris mucho antes, habría estado libre de seguir a Nin y no
perderla...
Por
supuesto que luego de enterarme de lo demás fui donde ella, a encararla. La
pelea fue descomunal y en el momento más álgido, Kristen dio con mi debilidad,
Nina. Amenazó con destruirla, con acabar con su vida al hacerla el objetivo de
la furia de millones de histéricas planteándose ella como la víctima de mi
affaire. Por supuesto que en ése momento la idea de que se supiera que yo
quería a Nin no me importaba, pero el saber el daño irrevocable que Kris estaba
dispuesta a causarle, me orillo a ofrecerle lo que más necesitaba. Mi silencio.
Luego
de pactar con Kristen apenas si me quedó tiempo para prepararme también. La
jauría vendría en mi caza y la única persona que se me vino a la mente y quien
creí me podría ayudar estando imposibilitado de viajar donde mi propia familia,
fue Reese Whiterspoon. No me equivoqué. Ella me cobijó con su comprensión y
apoyo y me quedé en su casa varios días. Fue ahí donde desesperadamente deseé
llamar a Nin.
Pero
aquello fue el tiro de gracia. Casi vomito cuando el tal Aarón me salió con que
se iban a casar. ¿En verdad Nina había logrado superarme? Yo no estaba
dispuesto a creerlo, necesitaba oírlo de sus propios labios. Excusarme en
prevenirla fue lo único que se me ocurrió y funcionó. Sólo que Nin no lo negó
ni lo confirmó, simplemente me demostró secamente que estaba con él. Su enojo
no fue estorbo para decirle lo arrepentido que estaba de haber sido un imbécil,
el cuanto deseaba poder cambiar las cosas, pero ella sólo fue fría conmigo. Cuando
estuvo a punto de colgarme, le solté lo de Kris.
Pude
sentir su miedo a través de la línea. Nin había comprendido inmediatamente toda
la situación y no se merecía aquél castigo cuando había sido la única que había
intentando actuar bien. Reconocer aquello me hizo recalcar más fervorosamente
mi propósito de callar. A costo de lo que fuese necesario.
Cuando
me despedí le dije que la seguía queriendo, pero Nin no me dio esperanzas. Luego
de colgar; me sentí abrumado por el peso de todas mis pérdidas y malas
decisiones; como la de haber sido un cobarde,
el haberme vendido por la fama, la traición de Kris y todo el escándalo que se
venía encima. La sensación de agobio cobró tal fuerza, que lloré, dejando salir
por primera vez todo lo que había contenido desde aquella mañana en la Finca
Campbell.
Permanecí
en Ojai, en el rancho de Reese casi hasta finales de agosto. Ella tendría a su
bebé en septiembre y no iba yo a importunar semejante evento familiar, mucho
había ya abusado de su apoyo y consejos durante semanas. Así que me mudé a un
lugar que me facilitó un amigo de confianza, en ese mismo condado.
La
promoción de Cosmopolis me obligó a enfrentar al mundo antes de lo que hubiese
querido, pero creí haber salido limpio de la mayoría de mis apariciones
públicas ya que de momento, estaba sólo concentrado en no permitir ni un error
en mis afirmaciones. Cualquier cosa que se me escapara podría ser la ruina de
Nin y sintiendo que salvarla era un medio de rectificar el camino y resarcirme
a la vez, me mantuve firme en mi promesa, soportando el flagelo de las burlas
sin chistar.
El
estudio nos hizo llamar a una junta en Octubre a Kristen y a mí. A ellos les
importaba un comino el problema entre nosotros y nos trataron como a párvulos
al respecto haciendo callar a Kristen cuando intentó señalar mi falta también,
pero afortunadamente, como no tenía evidencias de algo que hubiese sucedido más
allá del 2009; no pudo mover el tablero a su favor. De todas maneras, nos
recordaron nuestro compromiso legal y nos ordenaron poner a un lado nuestras
diferencias y hacer por lo que nos pagaban muy bien. Actuar. Actuar y callar.
Apesadumbrado,
me di cuenta lo mal que eso se iba a ver y temí que Nin se comprase la historia
como se suponía que tenían que hacerlo
todos los espectadores de nuestro circo. Me aterró pensar que la única acción
correcta que creía estaba haciendo perdiera su cariz de honestidad y sin
dudarlo, volví a contactarla.
Qué
dichoso me sentí de oírla de nuevo, aunque fue evidente que ella se asustó con
mi acercamiento, temiendo lo peor; pero para mí fue puro gozo sentir por un
momento que aún estaba ella al alcance de una llamada. Luego de tranquilizarla
me las ingenié para que entendiera lo
que iba a suceder; no podía decírselo directamente dado el acuerdo de
confidencialidad que había tenido que firmar, pero quedé conforme con lo que
había sembrado.
Despedirme
fue muy difícil. Aceptar que nunca más… La había notado más tranquila, más cálida.
Casi pude imaginarnos en otro lugar, muy cerca, juntos… Aún así, tuve que
colgar, dejarla volver a su Aarón; quien seguro la merecía más que yo. Pero no me
pude resistir, estando consciente de que quizá no volvería a saber de ella le
dije –“… Te Quiero…”-. Nin volvió a
rechazarme. Era mi castigo seguramente, y no dudaba merecérmelo, pero… Igual, dolía.
Retomé
mis planes de alejarme de Kris a través del trabajo. Cumpliría con mis
obligaciones contractuales y luego desaparecería en Australia. Y así lo hice.
No me dejé manipular para nada más de lo necesario y los rumores de rubias
misteriosas en torno mío me hicieron reír con amargura. No habría ninguna mujer
para mí por mucho tiempo, tanto por órdenes de la Summit, como por decisión
personal.
Cuando
brevemente volví a casa en Inglaterra tres meses después, casi completamente
renovado y mucho más tranquilo, me enteré que los medios estaban ansiosos por
ponerle la mano encima a la exclusiva sobre la identidad de un supuesto amor
platónico mío. ¡De vuelta al circo!, pensé. Kris o alguno de sus amigos estaba
moviendo rumores para poder dar con ella y ayudarla a mejorar su imagen de
chica buena.
Aquello
me molestó demasiado, sobre todo porque vino de la boca de mi hermana Victoria
durante una comida familiar. Ella pensaba que estaba jugándome una broma
pesada, pero yo le respondí con mucha agresividad y la dejé hablando sola. Más
tarde, ese mismo día, la busqué para disculparme en privado y luego de charlar
un rato ella supo usar su rol de hermana mayor para hacerme hablar. Una vez que
empecé, ya no paré, desahogándome con ella sin omitir nada. Vick me escuchó con
pocas interrupciones de su parte, aclarando sólo esto o aquello, y mirándome a
ratos con molesta y en otros, sorprendida. Cuando terminé mi confesión aún me
sentía angustiado y esperaba un enorme regaño de su parte, pero contrariamente
y creo que por ser su personalidad mucho menos soñadora que la de Lizzy o la
mía misma, sólo me preguntó.
-¿Y
estás seguro de que quieres a ésta chica aún?
-Sí.
Un poco tarde, ¿no lo crees?, -repliqué lacónico.-
-¿Y
por qué estás siendo tan inútil otra vez? ¡Búscala!
-Vick,
puede que esté casada a estas alturas.
Ella
elevó una ceja, en un gesto muy similar al de mi madre cuando no se tragaba una
de nuestras mentiras infantiles.
-¿Quieres
que lo averigüe por ti?
Me
paralicé, sintiendo que me caía un yunque en el estómago y jalaba de él hasta
el piso con su peso. ¿Lo quería?
-¿Cómo
harías eso?
A
la mañana siguiente, ella llamó desde su oficina con un pretexto que a mí me
pareció absurdo, pero que funcionó perfectamente. Luego de unos minutos de
conversación obtuve mi respuesta. Nin seguía libre y según la mujer del
conmutador, porque estaba enamorada de… ¿¡Mi!? Con esa información, Vick me
retó a tomar acción, de manera racional primero y con el corazón sincerado
después. Entre ambos previmos escenarios y coincidimos que, con la promoción
del lanzamiento del DVD de Amanecer y mi siguiente filmación, seguramente ese no
era el momento adecuado. Además, según ella, yo tenía que darle espacio a Nina
para sobrellevar el duelo que significa romper un compromiso. Victoria se encargaría de estar monitoreando
telefónicamente su estatus civil y si Nin no volvía con Aarón durante el tiempo
que requería hacer mi siguiente película, planearíamos el cómo presentarme ante
ella por última vez.
Todo
parecía perfecto, sólo que como hubo un retraso en el calendario de trabajo, mis
films casi se empalmaron y me vi imposibilitado de llevar a cabo nuestro plan.
Tontamente, empecé a interpretarlo como una señal de que debería dejar a Nin
por la paz y le di largas a Victoria cuando me reclamó a que me apresurase, o
que el momento se iba a pasar. Ante mi nueva indecisión, ella cumplió su
amenaza y le contó la historia a la familia entera, provocando que entre todos
me zarandearan y pusiera en resguardo el miedo que tenía de enfrentarme a Nin
de nuevo.
Sorprendentemente,
terminamos la filmación a marchas forzadas, pero a tiempo; y con eso encontré
la ventana que necesitaba para viajar a San Diego y visitar a Arturo en su
práctica privada buscando ponerlo de mi lado y obtener así los datos de Nina.
No fue nada fácil, y tampoco lo logré en una única visita; tuvimos primero una
agotadora y casi yerma charla en su consultorio, y después tuve que aceptar
reunirnos a solas en su casa y evocar de paso los recuerdos de aquél magnífico
verano con sólo poner un pie ahí.
Estando
en su propio territorio, Arturo fue un oso enfurecido. Nunca estuvimos cerca de
los golpes, pero sí que fue muy frustrante y peliagudo el encuentro, ya que
necesité de todo mi ingenio y carisma para vencer su comprensible desconfianza
durante esa larga entrevista. Eso sí, hubo una abundante retahíla e intercambio
de insultos y acusaciones por los errores y las consecuencias que cada uno de
ellos había infligido en Nin. Acepté y
aclaré mi deseo de corregir todas las que me atañían con vehemencia y
seguridad. Supongo que pasé la prueba, porque varias copas después de calmarse,
Arturo aceptó ayudarme. El lazo con su hermana se había fracturado
completamente luego de su intervención cuatro años atrás en nuestra relación,
pero estaba enterado de su vida a través de las llamadas a la casa familiar.
Era evidente para el hermano mayor cuánto había cambiado Nin desde entonces y
sabía que ella estaba pasándola mal a causa del fallido compromiso y los
chismes malintencionados. Bajo amenaza de fastidiarme la vida con la prensa –sí, también tuvo la
misa idea que Nina, y pienso que ese temperamento fuerte corre en toda la
familia-, se animó a darme su apoyo temporal con ella. Siempre y cuando, fuese
evidente para todos que ella estuviese feliz de nuevo.
Con
eso, logré un cómplice más en mi campaña para recuperar a Nin, haciéndole
partícipe de la continuación de mis planes en cuanto me fuese posible liberarme
de mi última película a filmarse ese año. Apenas si descansé al terminar mi
tercer compromiso a finales de octubre cuando,
empezamos a agendar para noviembre las promociones del film realizado en
Australia a principios de año.
Aprovechando
mi status de estrella, presioné a mi gente para que me agendaran algunas
entrevistas en su país. Eso, tampoco fue fácil ya que alegaron que no era un
sitio lo suficientemente importante como para ameritar semejante
presentación. Yo contesté con
estadísticas de ganancias financieras de mis trabajos anteriores en proporción
al número de salas donde se habían exhibido y tuvieron que aceptar que no era
mala idea. Sí. Había hecho mi tarea. Iba a ganar de un modo u otro. Vería a Nin
sin levantar sospechas sobre los motivos de mi estadía ahí.
A
través de Victoria y secundada por Arturo, supe que podría acomodar mi visita
convenientemente con sus vacaciones laborales y que ésta vez, tendría lista una
respuesta correcta para cada una de las excusas o peticiones que Nin pudiese
hacerme. Mi primer contacto tendría que ser arrollador y me debatí varias
tardes sobre el modo de impactarla lo suficiente como para provocar que ella me
recibiera de nuevo. Aconsejado por Vick, opté por utilizar el lenguaje con el
que Nina se relacionaba profesionalmente y de ahí, a la verdad de mis
sentimientos. Me alegré mucho de mi hábito literario y pronto se me vino a la
cabeza Yeats. Mi carta, aparte del poema que escogí, la escribí breve y
concisa, pero no por eso menos emotiva. Tenía que lograrlo. Iba a lograrlo.
Agitado
y tenso como cuerda de violín, me presenté como le había avisado, poco antes de
las seis; y aún parado afuera de su casa, estuve temiendo por su llamada de
rechazo. Con todo lo malo que nos había pasado las veces anteriores, casi
estaba seguro que el azar me iba a jugar una diabólica pasada y que el timbre
de mi teléfono iba a sonar en el bolsillo de mi pantalón apenas intentara yo
tocar a su puerta.
Quedé
deslumbrado cuando la tuve enfrente. Mirarla fue revivir todo y sentí como el
rubor nervioso me traicionaba bochornosamente, pero me obligué a sonreír y
mantener mis emociones bajo control a través de ocuparme de modular mi voz y
aquietar mis delatoras manos lo más que pude… Sólo que aquel encuentro fue
igual de abrumador que siempre. Ella me alteró con su sola presencia y aunque
trataba de concentrarme en mi plan, no
podía dejar de morirme de ganas de besarla como antes. Obviamente, fueron
demasiadas cosas revoloteando por mi cabeza y entrañas a la vez, y al sentirme
presionado por Nin, perdí el control de mi lengua y salté pasos agigantados en
mi discurso y deseos al ofrecerle un anillo de compromiso.
¡Si
seré imbécil!
Todo
se fue al caño en un pestañazo. Tantos meses ideando el cómo volver a su vida y
lo arruiné en una sola frase. Fui todo un asno. Nina se enojó, luego lloró y se
quedó como una estatua cuando la besé en un último intento de… ¡Uf! Bufé
estresado, y estoy haciendo toda ésta repaso para… ¿Qué? ¡Oh, sí! Los votos
matrimoniales que decidimos escribir nosotros mismos… Mmm. Me llevé los dedos
nerviosos al pelo y jalé de él varias veces tratando de liberarme de la tensión
acumulada por la remembranza, con mi perene manía.
Menos
mal que al regresar ahí, logré dejar de ser un niño inmaduro e incoherente por
fin. Quien no lucha por lo que quiere…
El
vaso de refresco se había terminado un buen rato atrás y lo miré vacío sobre mi
escritorio junto al papelito que parecía regañarme en silencio por no haber
terminado con mi labor aún; le gruñí a mi vez por presionarme. No supe cómo esa
pausa afectó tanto mi concentración, pero volví a preguntarme, ¿y si ella se
hubiese quedado conmigo en Los Ángeles desde un principio? ¿Y si yo hubiese dejado
a Kristen ese mismo verano?
¡Tonto!, me dije al quedarme en blanco
y toparme otra vez con el muro en mi análisis. ¡Si esa misma pregunta inició
todo éste inútil monólogo!, y suspiré exasperado al darme cuenta que había
retornado al punto de origen sin lograr una respuesta.
Volví mi vista a la hoja de papel otra
vez y casi pude imaginármela riéndose a carcajadas de mí. Torciendo el labio y
mordiéndome la lengua apenas en el mismo gesto, llegué a una conclusión
paralela. Al parecer, había sido necesario que Nin y yo viviéramos toda esa
sarta de tonterías para poder llegar al punto de hoy. ¡Qué sentido del humor
más negro tenía el destino!, me quejé. Menos mal que se había decidido a
hacernos partícipes de su risa en el último momento.
Está bien Robert, me dije con
condescendencia, ya hiciste memoria de todas tus burradas y no llegaste a nada.
¿Por qué no te concentras en lo opuesto, eh? No en lo que te faltó, sino en lo
que debiste ofrecer desde un principio. Elevé
mis ojos fascinado con ese último diálogo interno. Eso no sonaba como
una mala idea y le sonreí al papelito sintiéndome victorioso. Esta vez fue
sencillo contestar a mis observaciones.
Donde falté en inseguridad, le prometeré
decisión. Donde erré en debilidad, le entregaré mi fortaleza. En el dolor que le
causé, le daré siempre gozo y plenitud. Cuando encubrí mis verdades, no dudaré
en demostrarle mi amor todos los días de nuestras vidas…
Con eso en mente y más, pronto tuve
listas mis promesas. A la mañana
siguiente, tenía todo bien pensado para plasmarlo pronto por escrito en su
lugar definitivo. El lienzo que le entregaría a ella más tarde, en la
ceremonia, luego de decírselo a los ojos con devoción y completamente feliz de
hacerla mi esposa ante el mundo entero.
-------- 0 --------
Estoy sentado en la cocina de nuestra
casa con nuestra pequeña adoración sentada en mis piernas y mirando con ella un
programa infantil en el televisor mientras le doy su comida en pequeños
trocitos que he hecho con mis propias manos, para ponerlos luego en su boca. No
puede estar más mimada y feliz, le digo a Nin mientras ella nos mira a su vez
con adoración y nos sonríe. Ella está preparando algo más sustancioso para mí,
que tengo bastante hambre luego de un largo día en locaciones. Y me siento muy
dichoso de estar en casa con mis dos mujeres.
Hace algo más de cinco años de la boda
y nuestra primera hija tiene ya casi dos. Le pusimos el nombre de la musa de un
poeta italiano en honor a alguien muy amado que perdió mi Nin hace tiempo.
Somos felices y la paternidad vino a hacerlo aún más. Estamos deseando que
pronto llegue el segundo, o la segunda en su defecto; pero es un hecho que
queremos darle un hermanito a nuestro sol. Hollywood no nos ha dejado en paz,
pero ya no son tan desagradables como lo fueron los dos primeros años de
nuestro matrimonio. Somos una pareja establecida y nos reímos juntos de los
chismes que la farándula inventa respecto a nosotros, cuando no hay nada que
vender.
Lo único nuevo que los medios supieron
a cerca de Nin y mío, es que yo fui quién la persiguió como imbécil –lo que no
saben es cuán literal es esa palabra-, hasta que me dio el “Sí” y que lo
nuestro surgió mucho tiempo atrás, como una amistad de esas extrañas y
peculiares que derivaron en el amor de tu vida. Aún no les decimos que en realidad
nos tomó sólo una semana enamorarnos pero demasiado tiempo para lograr
coincidir. Eso… No sé cuánto tiempo logre ser nuestro secreto, pero… Ya no
importa en realidad.
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Si Vienes de la SALA CULLEN, agradecería mucho TU VOTO ALLÁ
si disfrutaste de mi historia.
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Chicas, por fin llegó el
verdadero final. No habrá más Nin Y Robert a partir de hoy. Es muy melancólico
saber eso, pero también satisfactorio. Espero haberles dado ese cierre que
querían de éste último momento en la historia, para completar el círculo con
los pensamientos que tuve para explicar
las acciones de Rob.
Hay mucho que tengo que
retribuirles a ustedes, y lo intenté un poco a través de éste epílogo.
Quiero agradecer a muchas por
todo el tiempo que me acompañaron en esta locura; he contado setenta nombres de
ustedes que se animaron en un momento u otro a dejarme unas palabras en cada
capítulo.
Lisy, Shalom, Camila y Coki
Cullen, las más antiguas. Sé que a ustedes también les afectó el tiempo para
venir a Forks, pero nunca me abandonaron completamente. Axavenus, Kdekrizia y
Bell.mary, gracias por su calidez. Whichelitap, ¡qué decirte, tú tienes a tu
Robert! IS101, Maty, Marga, Martha de Peru, Angeles Nahuel, María de Lourdes,
Ma. Verónica, Lizzz ¡qué emoción que quieran tanto a mi Nin!
Al ser tantas ustedes, me es
difícil decirle algo a cada una, como así lo quisiera; pero al menos quiero incluirlas
aquí, en el último momento de mi historia. Como registro del cariño que le
tuvieron a ella, y de la amistad que trabamos en éste espacio.
Mi COKA linda, mi número uno,
mi herencia inesperada de la Saga. Te quiero muchísimo y a ti, más que a nadie,
te debo todo lo que logré contar. ¡Gracias por
tantas cosas amiga! ¡Algún día! ¡Algún día nos daremos ése abrazo!
Cariños:
Sissy
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MIS
Chicas de Forks (Por orden de aparición):
Coka, Ro-Lizzy, Kathyta, Coki
Cullen, Maria Betania, Lisy, Nadsart, Bell.mary, Angela, Moni, Yess Evenson Masen, Fafi, Nad, PoEtEsS, Cynthia, Mel, Lily_Col,
Kopy, Lara, Susy, Lighling, Martuchis, Axavenus, Julibeth (Shalom), Camila, Lauriii,
Nashkalight, Black19, Leticia, Ma.Verónica (de Venezuela), Nydia, Anamart05, Angeles
Nahuel, Darlyn, EBC, Titaling, Paloma, Malu, Anto.Twilight.Mdp, AdriBC, Black&
White love, Violett, Flopii Cullen, Sonia (Colombia), Vian, KdeKrizia. Maria
Lourdes, Romina, Love, Melanie López Cullen, Reyna, Martha de Perú, Whichelitap,
Mariana Suárez, Lourdes, Althena, Marga,
Mary, Suhey, Viviana Araiza, Maty, Claudia Miller, Beba, Lizzz, IS101, Maria
Laura, Lola, Maya, Sofia Bo, Paula Birri, Patricia Johann, Blanca. Y todas mis Anónimas, ¡también!
mierda me encanta este fic es un verdadero regalo para las que si creemos que rob tiene alguien especial en su corazon :) y que no es stewart
ResponderBorrarPues, gracias!
BorrarMe encanta que te haya gustado tanto.
Ya ves, para hoy, todo está muy distinto a como fue. Quizá éste hombre sí encuentre a su "Nin" por ahí.
Saludos!
Sissy