CAPÍTULO
18
ÉL
Más tarde por la mañana nos levantamos y a
medio vestir nos dimos por aliviar el malestar que aún nos embargaba por la
noche de copas. Intenté hacer un desayuno que curara nuestros estómagos, pero
como buen inglés, no tenía demasiados condimentos en su cocina, así que me
conformé con unos huevos fritos y tostadas de pan. Él preparó un café que olía
a gloria y sacó un galón de jugo a medio consumir para calmar la sed de ambos.
Luego de alimentarnos, nos tumbamos en el
sillón con más café en las manos.
-¿Te molesta si fumo Nin?
-Hum… preferiría que no lo hicieras, si no te
importa… Ya apesto demasiado a humo por anoche.
Se acercó a mi juguetón y me olisqueó el pelo
mientras yo reía.
-No, no es tan malo… Deberías haber olido el
mío cuando filmaba Harry Potter, aquel ir y venir por el estudio no daba tiempo
más que para tumbarme en casa por la noche cuando regresaba.
Coreé sus risas y me lo imaginé claramente en
su antiguo departamento compartido en Londres, entre todo el desorden que dos
chicos podrían tener viviendo solos.
-¡Ja! Pero recuerda que soy mexicana, me
gusta estar limpia.
Sonrió malicioso.
-Si quieres puedes ducharte aquí, no me
molestaría enjabonarte el pelo.
Reí con más ganas.
-No tengo ropa limpia.
-Ponte algo mío, niña, recuerda que aún me
quedan cosas de la lavandería.
Volví a reír al recordar su cara de espanto luchado por su maleta.
-En algún momento tengo que regresar a casa.
-¿Tienes prisa de verdad?
-No, en realidad no…
-Entonces, te quedas y te presto lo que
quieras -dijo muy ufano mientras me guiñaba un ojo-.
-De acuerdo - tomé un sorbo de mi café para
luego recostarme sobre el respaldo, muy relajada-
-¡Uf! ¡Lo siento! Pero de verdad quiero un
cigarro Nina.
-Vicioso.
Soltó una risilla cuando se levantó para
buscar su cajetilla y un cenicero. En un momento estaba de vuelta a mi lado y
me enroscó con su brazo izquierdo a su costado mientras exhalaba humo hacia el
lado opuesto.
-Bueno… Y ya que ya pasamos por tantos
pretextos y aclaraciones… Hay algo que sí quiero saber de ti Nin.
-¿Qué?
-Okay… Cuéntame qué pasó con Él. ¿Por qué te
duele tanto?
Me sorprendió un poco su petición, pero no
dudé en contestar.
-Pues lo básico ya lo sabes Robert; aquél dulce chico, mi novio de la universidad,
se volvió un Otelo monstruoso, inseguro, agobiante... Su cuñada y una “amiga”
se encargaron de hacerle creer que yo era una mentirosa, que me fascinaba en conquistar
hombres a su espalda y burlarme de él. Poco a poco lo creyó todo; ¿por qué no
iba hacerlo?, se suponía que ellas dos lo querían mucho y confiaba en ellas;
pero nunca me lo preguntó a mí, sólo se volvió hosco y celoso. Era agotador
estar con él, quise muchas veces romper la relación, alejarme; pero no podía
porque yo le amaba mucho y, cada vez era más difícil salir. Eventualmente, sus
celos se volvieron algo peor, destructivo y tuve miedo. Finalmente, cuando su
amor-odio llegó a ser peligroso, logré dejarlo, pero desbaratada.
Lo sentí exhalar molesto, mas no me
interrumpió.
-Yo misma no sé bien porqué le estoy dando
entrada a mi vida de nuevo… Pero es que hemos hablado y le noto muy distinto;
él descubrió por sí mismo la verdad, sólo que muy tarde. Creo que al principio
de nuestro reencuentro yo sólo sentía la necesidad de cerrar círculos, de
entender porqué no me creyó, de sanar y luego dejarlo ir… Pero ahora, no se… Es otra
persona… Como yo… Puedo sentirlo.
-¿Cómo puedes estar segura de que ha cambiado?
Bufé sarcástica.
-Es difícil de explicar, pero lo siento
adentro… lo conozco de mucho tiempo.
-Mmm… Te juro que estoy intentando
entenderte, pero no se me da Nina.
-No eres el único, yo incluida.
-¿Y entonces?
-No se… Es algo muy fuerte.
-Voy a sonar vulgar Nina, pero… ¿Estas segura
que no es por el sexo por lo que estas enviciada con él?
Me removí nerviosa, discutir con él de mi
vida sexual estando medio desnuda no era muy cómodo que digamos…
-Espero que no… No lo se…
-Es que... si te soy sincero… No me gusta la
idea de que te toque… -Y le sentí acercarme a él aún más-.
-Yo… No te burles… Él fue el primero…
Lo sentí tensarse e inhalar sonoramente
mientras contenía el humo unos instantes.
-¿Hace cuanto lo conoces?
-Mucho, desde que tenía dieciocho años.
-Eras una niña.
-No tanto.
Volvió a prolongar su respuesta tras una
bocanada y cuando habló note una leve agudeza en su voz.
-¿Y él… es bueno?
Dudé un poco… Sabía a lo que se refería.
-Sí.
-¿Mejor que yo?
-¡Por favor! ¿Cómo puedes preguntar eso?
-¡Ya! No puedo evitarlo, me enoja imaginar
que él te pueda tener como yo.
Me encogí de hombros, explicarle a Robert lo
que él mismo significaba para mí era muy comprometedor y por muy sincera que
quisiera ser, no podría decírselo. Simplemente no podía hacer eso.
-¡Oh, vamos! No empieces.
El gruñó un poco pero lo dejó ir, al menos
por unos momentos.
-¿Y…? ¿Tú alguna vez le diste motivos para volverse tan loco de celos?
Le dí un empujón en su costado, irritada.
-No.
Yo… No creo en la infidelidad… -Elevé las cejas al comprender que mis
acciones no coincidían con mis palabras-. Antes de que digas nada, espero me
creas cuando te digo que nunca antes había hecho esto con nadie. No quisiera
que me hicieran algo así y por eso no lo hago…
-Sí lo comprendo. Yo tampoco entiendo por qué
las personas engañan; mis padres se conocieron cuando mi mamá tenía diecisiete
años y mi papá veinticinco. Aún están juntos y se ven felices. Yo crecí
creyendo que se puede estar juntos toda tu vida…
-Sí, yo también. Mis padres están igual que
los tuyos.
-Me alegro por ti.
-Sabes, ahora te entiendo menos… No comprendo
como alguien como tú puede estar… -vaciló un momento-, enamorada, de alguien
así. Porque… Lo quieres, ¿verdad?
-Sí.
Recargada en su costado, sentí claramente como se agitó su respiración.
-Estas loca -dijo secamente mientras exhalaba
humo-.
-¡Hey!
Sin juzgar.
-No puedo evitarlo. Él me cae mal. Deberías
mandarlo al infierno en cuanto se te acerque el muy pendejo.
-¡Oye! No se supone que tú me salgas con esos
comentarios. Lo que necesito es un amigo, un amigo hombre para variar, que
trate de ayudarme.
Aún teniéndome abrazada me miró muy elocuente
y elevando una ceja, contestó.
-Pero yo no soy sólo tu amigo Nina, ¿es que
no lo entiendes? A mí no me puedes pedir que te diga que haces bien en seguir
tus instintos respecto a él, yo no soy el indicado. Lo que sí puedo decirte
simplemente es que, aún sin conocerlo, lo detesto.
Le sostuve la mirada, muda, sorprendida por
la fuerza de las emociones reflejadas en sus ojos; y antes de poder desviar la
vista sentí como me halaba hacia él para besarme.
Ese beso fue distinto, posesivo, duro y algo
torpe; y me incomodó. Yo fui la que me separé empujándolo por el pecho.
-No.
-¿Qué?
-No está bien.
-¡¿Qué?!
Sentí la molestia subir por mi garganta.
-No es justo.
-¿Qué cosa?
-¡Esto! Qué pretendas imponerme esto; ¡y
menos así!
-Te explicas ya, por favor Nina, -dijo
fingiendo no entender-.
-No es justo que tú no quieras que te diga
ahora como me siento por él cuando tú fuiste el que preguntó y además… yo me la
he pasado escuchándote quejar de tus problemas con Kristen desde… ¡siempre!
-Pero no es lo mismo, ya no…
-¿Ah sí, por qué?
-Por esto.
Y volvió a acercarse, sólo que esta vez me
besó el cuello despacio mientras frotaba la piel debajo de mi busto. Un
escalofrío delicioso me recorrió por la espalda, pero no me dejé desviar.
-¡Hey! ¡Ni creas que lo voy a dejar pasar así
de sencillo!
-No estaba intentando eso… -dijo
inocentemente con una sonrisa socarrona, a la cuál respondí con una mirada de
sarcasmo mientras él se encogía un poco en respuesta-. Okay, pero tienes que
aceptar que ahora es un poco raro para mí…
-Para mí también, pero si somos honestos, me has
estado besuqueando casi desde que nos conocimos. Platicarme de ella no te impidió faltarle al respeto.
Me soltó un poco y me miró levemente retador.
-Besar no cuenta como infidelidad.
-¡Hombres! No puedo creer que digas eso, ¡por
supuesto que cuenta! ¡Y más si yo ni te me había insinuado, me porté muy
decente contigo!
-¡Ah! ¡Pero soy “Robert Pattinson”, dime si
no te pasó por la cabeza saltarme encima en cuanto me reconociste! -trató de
bromear para distraerme-.
-Eso no importa, porque no eras real, eras un
actor, un desconocido… ¡Y no quieras escaparte! Tú muy contento, viviendo tu
“romance de verano” y luego al cajón de
las anécdotas, ¿no?
Respingó sorprendido.
-No eres eso Nina, es lo que estoy tratando
de decirte.
-Pues entonces, sea lo que sea esto, vamos a
aclarar algunas cosas, Robert.
-¿Cómo qué?
-Como el hecho de que por encima de lo que venga
luego, somos amigos también y yo me siento muy a gusto con esa parte; y si te he estado apoyando con tus problemas lo
menos que espero de ti es lo mismo.
Abrió los ojos, pillado y desarmado.
-Entonces… ¿Estas diciendo que estas bien con
lo extraño de, nuestra situación?
-Siempre hay una primera vez -y exhalé un
poco cansada-; aunque nunca esperé verme envuelta en una relación así en mi
vida -y espero no volver a estarlo,
pensé para mí-, porque es muy complicada. Pero tu lo dijiste hace rato… ya
pasamos por pretextos y aclaraciones…
-Hum… okay… -dijo mientras terminaba su
cigarrillo y lo aplastaba en el cenicero frente a nosotros, haciendo una pausa
evidente-. Pero aún así, él no me cae bien, ni creo que lo haga nunca, aunque
llegue a conocerlo y verte feliz.
Elevé las cejas en comprensión.
-Supongo que eso es aceptable.
Me miró por un momento en silencio,
evaluándome.
-¿Le vas a contar de mí?
Respingué desconcertada, ni siquiera lo había
considerado… Se suponía que lo nuestro era algo así como un secreto.
-No lo sé… supongo… en algún momento, si es
adecuado.
Sonrió malicioso.
-¿Qué le dirías? ¿Qué conociste al hombre de
tus fantasías? ¿Qué te encanta que te haga esto? -y volvió a besarme el cuello,
raspándome apenas con su incipiente barba-.
Suspiré nerviosa por lo placentero de su
contacto; pero no le dejé ganar.
-Sólo si tú le dices a Kris cómo cedes a mi
control cuando te toco también -y acompañé mis palabras de una caricia por su
vientre bajo mientras lo sentía agitarse con mis dedos y sonreí astutamente-.
-Supongo que nos limitaremos a contarles que
somos muy buenos amigos, de esos que nacen apenas se saludan.
Dejé escapar un bufido divertido…
-Si mi amiga Moka supiera que tú eres mi
amigo, ¡se muere! ¡Y me mata!
-¿Moka? -sus ojos rieron divertidos- ¿Se
llama así?
-No bobo, le decimos así por dulce. Somos
amigas desde hace mucho y es la única que, bueno… ¡me va a matar! -Se rió
conmigo sin saber el porqué.- Bueno, es que a ella también le gustan mucho los
libros de Twilight, y… tú, en específico… -Solté una sonora carcajada-.
-¿En serio? ¿Es un mal compartido?
-Sí. -seguimos riendo por lo bajo, divertidos
por la confesión ajena-. No sabes cuantas veces deseé poder contarle que te
conocí; porque es mi mejor amiga, pero como se pusieron las cosas, opté por no
hacerlo.
-Deberíamos sacarnos una foto juntos,
imprimirla y te la firmo, para que se la regales.
-La harías muy feliz.
De repente se volvió a concentrar en mí.
-Oye… en serio, ¿por qué no nos hemos tomado
ninguna fotografía?
-Te lo prometí, por tu seguridad.
-¿En serio?
-Sí.
-¡Nah! Confío en ti… Además, me encantaría me
cuentes la cara de tu “novio” -carraspeé en corrección-. Okay… tu... lo que
sea… -soltó una risilla-, cuando nos vea juntos y sepa que somos muy buenos
amigos.
-Hum… Tú enséñasela también a Kris y dile lo
mismo.
Me miró con suficiencia.
-No tendré que hacerlo, ¿acaso no has visto
los videos que hay de nosotros en Youtube? Ella seguro los mirará más pronto
que tarde; tiene aún más fijación que yo por revisar nuestros nombres en línea.
-¿En serio, hay videos? ¡Pero si he procurado
desaparecer cuando te ubican!
-No has sido muy buena.
-¿Y
qué vas a contarle?
-Que eres mi amiga, y que tú y tu hermano me
dieron hospedaje en San Diego. ¿La verdad no?
-¿Y de lo otro?, -lo miré mordaz-.
-Creo que eso nos atañe sólo a nosotros, al
menos por ahora. Tu misma has dicho que por encima de todo, somos amigos.
Mis propias palabras me atraparon, pero eran
ciertas, ¡ojala y al menos nuestra amistad sobreviviera a la distancia! Sonreí
ante lo complicado de la situación y de lo desfachatado de nuestra aceptación,
luego me volví hacia él y lo besé en los labios sintiendo como respondía feliz.
De repente, me reí burlona en su boca y sus ojos en silencio me interrogaron
alegremente sobre el por qué.
-Por cierto… Eres muy torpe cuando estas
celoso.
Se encogió de hombros desechando la vergüenza
y torciendo la cabeza en una mueca divertida.
-Pues sí, soy celoso… Y no creo que nunca se
me pase respecto a ti.
Coreé su risilla.
-Mmm… Eso es alimento para mi ego.
-Tómalo como broma si quieres -su risa no
concordaba con sus palabras-, pero es cierto… Soy muy básico en ese sentido y
tú… -con su dedo recorrió mis labios-, bueno, tú eres mí Nina.
-----------------------------------------
¡Awww! ¡Derramé miel, pero me encantó! ¿Por qué no
puede ser real?
Cariños, siempre:
Sissy
No hay comentarios.:
Publicar un comentario